Los errores refractivos, son los que muchas veces conocemos como miopía, hipermetropía y/o astigmatismo. Todos ellos hacen que nuestra visión este alterada principalmente de lejos, cerca y/o ambas, así lo explica el médico oftalmólogo César Bernilla de Oftalmosalud.
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Los también denominados “vicios de refracción” deben ser corregidos desde muy temprana edad, ya que podría alterar el desarrollo de una persona, como por ejemplo el paciente que tiene ambliopía (el famoso ojo perezoso).
“En la ambliopía por lo general se tiene que un ojo ve muy bien, pero el ojo afectado ve menos y muchas veces pasa inadvertido por la dominancia que tiene el mejor ojo”, explicó el médico oftalmólogo.
En ese sentido, explicó que es muy importante empezar los chequeos por lo menos a los 3 años ya que cuanto mas temprano se trate la ambliopía, se obtendrá un mejor resultado del tratamiento.
En la situación actual (pandemia) y en general con la masificación de los medios electrónicos para desarrollar nuestros estudios, trabajo y entretenimiento se ha visto un incremento de la miopía, debido a que estas actividades se realizan mirando un punto cercano forzando en exceso a nuestros músculos oculares, dejando de lado el hecho de estos músculos deben enfocar de lejos también. Esta tendencia tiene mal pronóstico ya que los niños deberían estar haciendo actividades al aire libre y estimulando la visión lejana para prevenir el incremento de la miopía, pues sus actividades las realizan desde una computadora, Tablet o celular la mayor parte del tiempo.
Los cambios en la medida de la vista (refracción), debido al desarrollo de un ser humano terminan alrededor de los 18 años y se mantienen más o menos estables hasta los 40 años, momento de la vida en el que comienza la presbicia y perdemos la capacidad para enfocar de cerca. Si nunca se usó lentes, ahora se empieza a usar lentes de cerca y si ya se usaban, ahora se necesitan lentes de lejos, cerca e intermedio.
Esto empeora, porque se adquieren malos hábitos como no parpadear seguido cuando estamos frente a un computador, por ejemplo, generando el síndrome de ojo seco, mal que se ha incrementado en estas épocas de confinamiento.
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