
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un pescadito frito con arroz graneado y ensalada fresca. Para tomar pidió una jarrita de jugo de papaya.
“María, para muchos peruanos los feriados por Semana Santa son ocasión para la juerga, el brindis y la diversión. Pocos realmente dedican estas horas a la reflexión y a estar con la familia. La gente suele ir de campamento donde abunda el licor, se van a fiestas, reencuentros de amigos y llenan las cantinas. Todos tienen el derecho de hacer lo que deseen. Pero hay que tener mucho cuidado. Especialmente si uno maneja un vehículo. En los feriados por fiestas ocurren más accidentes de tránsito por culpa de conductores ebrios. Hay atropellos, choques, despistes y volcaduras. Los choferes ebrios se duermen al volante, se pasan la luz roja o manejan a toda velocidad.
Ya se sabe: si vas a tomar, no saques el carro. Lo mejor es pedir un taxi, y todavía mejor si es por aplicativo. Pero más aún, no arriesgue a su familia. Conozco de vecinos o amigos que se van a fiestas familiares, toman como locos y luego regresan a casa con su esposa e hijos manejando de madrugada. Tremenda irresponsabilidad. El alcohol es una sustancia que tiene efectos negativos en la función del cerebro, afectando el pensamiento, la capacidad de razonar y la coordinación muscular, habilidades esenciales para operar un vehículo de manera segura. Es como caminar con anestesia. No lo hagas, piensa en tu vida y en la de tus seres queridos. Aquí algunos consejos:
- Elige un conductor designado cada vez que salgas.
- Reserva un taxi o servicio de transporte compartido.
- Hospédate cerca del lugar de la celebración.
- Planifica cómo volverás a casa si tienes la intención de beber.
- Establece límites de consumo.
- No te sientas presionado a beber alcohol. Te puedes divertir sin una gota de licor”.
Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
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