Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por sus tallarines al pesto con churrasco a la inglesa encima y agua de manzana. “María, la policía colombiana de Cali informó que ya está en la morgue el cuerpo de Silvano Cántaro (19), el infortunado muchacho que fue cruelmente asesinado por dos extranjeros que lo lanzaron al abismo desde un puente en la zona de Popayán, Colombia.
Lo macabro del hecho es que uno de los asesinos grabó cómo su compinche levantó en peso a Silvano, lo lanzó al vacío en caída libre y colgó el video en internet. Grabar los asesinatos es una práctica común de las pandillas venezolanas como ‘El tren de Aragua’. Resultó sintomático que el asesinato del joven peruano se produjera en medio de una ‘guerra’ en redes entre delincuentes venezolanos y peruanos, a raíz del homicidio de un comerciante llanero en Trujillo, cometido a sangre fría por el hampón peruano ‘Caracortada’, recientemente capturado.
Ese crimen, grabado por una cámara del mercado, se hizo viral, enardeció y sirvió como chispa en el bajo mundo venezolano, cuyos malos elementos lanzaron una condenable amenaza en un video: ¡¡mata a un peruano y salva el planeta!! La reacción de las autoridades ante los asesinatos en Venezuela y el Perú fueron muy distintas.
Mientras en Perú el cónsul llanero protestó y exigió investigaciones, al igual que la ONG que ayuda a los norteños, la familia de Silvano reclamaba ayuda y ninguna autoridad oficial salió a exigir una investigación. ¿Dónde estaba el ministro del Interior cuando en noticieros se veía a bandas de asesinos venezolanos y peruanos agredir y hasta matar a indefensos ciudadanos que han quedado en medio de una guerra de delincuentes? El ministro del Interior, José Elice, brilla por su ausencia en un conflicto en que las bandas de delincuentes actúan con total impunidad.
Pero lo peor es que por presiones de una ONG, la ministra de Defensa hizo retirar los 54 tanques del Ejército que se apostaron en la frontera con Tumbes de manera disuasiva porque son miles los inmigrantes ilegales, muchos de ellos elementos criminales, que pugnaban por ingresar al país.
Ellos llegan embarcados en buses de Colombia y Ecuador, que no los quieren en su territorio y los dejan en la frontera con Perú, donde ingresaban como Pedro en su casa. Cuando por fin el Ejército puso orden, destruyeron los puentes precarios clandestinos por donde se introducen a Tumbes, el gobierno retrocede por hacer caso a una ONG que tiene otros intereses.
El ministro del Interior debería imitar a otros exministros, como el general Morán, que a los peligrosos delincuentes venezolanos que cometían fechorías en el país los embarcaban en un avión y los deportaban. Hoy la delincuencia extranjera va en aumento. Ni siquiera realiza campañas para orientar a los jóvenes sobre lo peligroso que resulta ahora viajar a países del norte ‘mochileando’, pues pueden encontrar un absurdo y triste final como el huanuqueño Silvano, quien se encontró en el lugar equivocado con las personas equivocadas”. Pucha, qué tales historias. Me voy triste, cuídense.