Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un seco de cabrito con frejoles y su salsa criolla. Para tomar pidió una jarrita de chicha morada fresca. “María, ayer llegaron expulsados otros 141 peruanos desde Estados Unidos, que de esa manera dan por terminado su sueño americano de manera abrupta.
Ellos viajaron al país del norte en busca de oportunidades, progreso y estabilidad, y regresan a un Perú signado por una ola criminal sin precedentes, con falta de trabajo, bajos sueldos y alta corrupción. Ahora deben empezar, otra vez, de cero para dar de comer a su familia y encaminarse. No va a ser fácil, la tienen que luchar muy fuerte y trabajar duro.
Algunos llegaron con algo de capital y otros prácticamente con su ropa como único bien. Solo les resta meterle punche para sobresalir en esta jungla repleta de caimanes, ratas y otorongos, como es el Perú. Los que tuvieron mucho tiempo en Estados Unidos llegan con otra mentalidad. Tienen la cultura del trabajo y están mejor preparados para los negocios. Pero aquí encontrarán el problema del pago de cupos. Los extorsionadores piden plata hasta a las bodeguitas de barrio y los mototaxistas. En el transporte es igual.
El gobierno debería preparar un plan de retorno para peruanos con alta preparación y capacidades. Y también para los que quieran invertir sus ahorros en dólares. A esos hay que protegerlos, pues traen riqueza y experiencias buenas. Y, sobre todo, si son talentosos retenerlos lo más que se pueda. Ojo que pueden llegar miles de peruanos expulsados desde el país del norte por ilegales.
Y sino, ellos mismos regresar por su propia voluntad, pues ante el temor de las redadas muchos no van al trabajo, no salen de casa y tampoco envían a sus hijos al colegio. Esperarán mejores épocas, pues de aquí a un tiempo Estados Unidos va a necesitar mucha mano de obra. Sobre todo en el agro y en los servicios. Los inmigrantes eran claves para mantener ese país. En estos momentos hay problemas para contratar trabajadores y muchos negocios han cerrado por ello”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
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