El Chato Matta llegó al restaurante por su sudadito de corvina con yucas, arrocito blanco y su rocotito molido. Para calmar la sed, se pidió una limonada frozen. “María, me timbró el gran Pancholón y por Zoom lo vi tomando su roncito Cartavio XO. ‘Chato, cómo cambian los tiempos. Mi cumpleaños es esta semana y por esta maldita pandemia lo voy a celebrar en mi casa con mis viejitos y mis hijos.
Qué diferencia de otros años, en que el santo de Pancholón parecía una fiesta patronal y duraba varios días, y utilizaba distintas locaciones para despistar a los ‘sapos rabiosos’ y ‘largadores’. En mis mejores épocas tuve que festejar mi cumpleaños en la canchita de fútbol de Miramar, allí donde ampayaron hace años a los seleccionados en tremenda juerga.
Justamente una vez pasó una cosa increíble. Arriba del escenario estaba la orquesta de moda, ‘N’samble’. Mi tono estaba ‘sopa’. Brillaban mis causas de barrio, periodistas de radio, prensa y televisión, peloteros, entrenadores, árbitros, voleibolistas, abogados, jueces, cómicos, vedettes, bailarinas, ‘partidores’, ‘rascaparedes’, hinchas y ‘picadores’.
Esa noche por una falta de coordinación llegaron dos cariños de este gordito: la ‘caballito’ de San Micky y la ‘brava’ del Callao. Yo dribleaba a lo Messi para que ninguna se ponga melosa conmigo. Pero la ‘brava’ del primer puerto era de avance y se había cruzado con chelas y whisky.
La orquesta tocaba el tema de Franco de Vita en ritmo de salsa: ‘Solo me importas tú’. La chalaca, picadaza, se subió al estrado y gritó a todo pulmón que me dedicaba la canción, le quitó el micro a mi causa, el animador Jim Maelo, y se puso a cantar: ‘Solo me importas tú, entre tanta gente, solo importas tú, hasta el punto que a mí misma se me olvida que también existo, solo importas túuuuuuu’.
Al ver que me dedicaban la canción, la ‘caballito’ se sube al estrado y le arrancha el micrófono a la chalaca. Chato, ¿sabes lo que dijo ante todos mis invitados? ‘¡Que suba Pancholón y si tiene los pantalones bien puestos que diga públicamente quién es su mujer!’.
Y mis amigos que estaban en joda, a viva voz gritaban ‘¡que diga!, ¡que diga!, ¡que diga!’. Ante la presión subí al escenario y tuve que decidir, y me incliné por la ‘caballito’ de San Micky.
La rubia chalaca, furiosa, al ver que no la elegí, como toda mujer despechada empezó a buscar entre los invitados a un gil para darme celos y eligió a mi brother, el abogado Kalulo, y se lo empezó a chapar delante de todos.
Bailaron juntos toda la noche y Kalulo se convirtió en su ‘paño de lágrimas’. Los miré y le dije a Kalulo: ‘Te felicito, mi hermano, has elegido a una buena mujer. Ella solo tendrá ojos para ti, será tu primera dama... Hasta ahora son novios, pero a veces ella me timbra para recordar viejos tiempos y nos encerramos en ‘La Posada’, el hostal de los infieles’”. Pucha, ese señor Pancholón es un cochino y sinvergüenza. Va a terminar viejo, solo y abandonado. Me voy, cuídense.