Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un arroz a la jardinera con chuleta a la parrilla. Para tomar pidió una jarrita de limonada. “María, el empate ante la selección de Venezuela, la noche del martes, fue un puñal en la espalda para los millones de hinchas en todo el país, pero en especial para los niños que sueñan con emular a jugadores exitosos como Paolo Guerrero o Giancaluca Lapadula. Somos últimos en las Clasificatorias y con apenas un gol en seis partidos jugados. Y, por juego, también los peores de Sudamérica. Esa es la verdad. Hasta Bolivia nos pintó la cara en La Paz. En la cancha solo vemos jugadores apáticos, malgeniados, sin compromiso, como si vinieran obligados. Por eso es que la afición está fría, no se prende aún.
Ya no se contagian con el juego y el ‘chocolate’ que antes se veía con Ricardo Gareca. Sin ser un gran entrenador ni un revolucionario del fútbol, el argentino supo sacar lo mejor de los futbolistas nacionales, pero sobre todo les inculcó compromiso, actitud mental, el famoso ‘¡pensá!’. Su método dio resultados, porque con jugadores de segunda o tercera línea a nivel internacional nos llevó a un Mundial y al repechaje en el de Qatar 2022.
Todo eso se perdió, ‘como lágrimas en la lluvia’, parafraseando el diálogo de la película ‘Blade Runner’. La autoestima peruana se ha visto afectada por la culpa de Juan Reynoso, que no solo es un tipo antipático y con traumas, sino que no logró que sus jugadores comprendan sus tácticas y estrategias. Y alejó al hincha de la selección. Antes, cuando Perú iba a jugar, millones de personas se iban al trabajo o al estudio con su camiseta roja y blanca. Eso se ha ido perdiendo. Es hora de recuperar todo eso que hacía unir a todas las clases sociales, a gente de derecha o izquierda, a hinchas de la ‘U’, Alianza o Cristal. Ese sentirse profundamente peruanos y cantar a todo pulmón el ‘Contigo Perú’. Pero sobre todo, que los niños dejen de llorar y creer que el Perú es perdedor. Eso no es cierto. Esto es solo un momento:
- Hay que enseñarles a nuestros hijos que en la vida hay triunfos y derrotas. En nuestra trayectoria nos vamos a caer muchas veces. El valor está en levantarse y seguir. En intentar hasta conseguir lo que queremos.
- La unión es importante. Unidos somos como un solo puño. Miren nomás a los 300 de las Termópilas. Esos 300 espartanos se enfrentaron a cientos de miles de persas en Grecia, e impidieron la invasión de ese país hace casi dos mil años.
- Hay que perseverar siempre, para todo. Para conseguir el amor de la persona que nos gusta, para obtener una profesión o el mejor trabajo, para cumplir nuestros sueños.
- Todo se consigue con esfuerzo, con sudor y sacrificio. Nada nos llega del cielo, como maná. Eso hay que inculcarlo”. Me voy, cuídense.
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