A mi amigo Gary le hiceron la prueba rápida en su empresa y, gracias a Dios, salió negativo. Me llamó para contarme las últimas y darme unas palabras de aliento.

“María, en sus 1.285 millones de kilómetros cuadrados de extensión, el Perú tiene riquezas que son la envidia de otros países. Posee ingentes cantidades de materia prima que se utilizan en la industria, la construcción, la joyería, la artesanía y otras actividades productivas. Por ejemplo, el suelo peruano atesora grandes reservas de petróleo, gas natural y minerales como el oro, la plata y el bronce. Incluso, metales como el coltán y las llamadas ‘tierras raras’, que se usan para la fabricación de celulares y computadoras, que ahora se harán más necesarias para echar a andar la economía en un mundo cada vez más digital.

El agro es otro gran potencial, pues nuestras tierras fértiles producen paltas, uvas, café, arándanos, maca, espárragos, papas, tomate, maíz, algodón y otros tantos productos, muchos de ellos de exportación. También finas maderas como la caoba y el roble, o la preciada lana de alpaca, que se disputan los más famosos sastres de País o Nueva York.

El Perú también es un país rico por su cultura, su variada música, sus atractivos turísticos, gastronomía y mucho más. Alemania, con una superficie de 357,386 metros cuadrados, es la cuarta parte que Perú y es más chico que la región Loreto, pero logró levantarse y convertirse en un gigante después de haber quedado en ruinas al finalizar la Segunda Guerra Mundial en 1945.

Cinco años después, en 1950, el periódico británico The Times publicó un informe donde describía el sorprendente proceso que había seguido el país de Hitler y lo tituló ‘El milagro alemán’. Alemania volvía a ser una de las economías más fuertes de todo el planeta. ¿Cómo lo hizo? El país que hoy gobierna Angela Merkel tenía una clase obrera capacitada y calificada; un gran poder industrial; partidos políticos fuertes y muy institucionalizados; y un sistema político moderado, sin extremismos, abierto al diálogo y el consenso.

Cuando pase la tormenta, el Perú puede y debe seguir ese camino, tiene capital humano, gente trabajadora y luchadora. Y muchas riquezas naturales y culturales que valen oro. La tecnología y la industria serán claves para levantarnos. No es posible que tenga que importar papa procesada de Holanda o Bélgica, cuando el Perú es gran productor de ese tubérculo. Otra canción de Los Prisioneros debe volver a sonar: ‘Están paradas, esperando a las manos que decidan hacer andar… Las industrias, muevan las industrias…’”. Tiene razón mi amigo. Me voy, cuídense.

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