Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un pollito al horno con ensalada rusa, arrocito graneado y, para tomar, una manzanilla fresquecita. “María, a todos los peruanos nos duele ver a nuestros hermanos en varias regiones del país con sus casas inundadas, con sus chacras arrasadas y sin nada para comer o beber. Los niños pasan hambre, están sin ropita porque el barro y piedras de los lo malograron todo.

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Muchos se quedaron hasta sin sus zapatitos, uniformes y cuadernos del colegio. Encima que en nuestro país las escuelas en general dan pena, con los aludes varias quedaron inhabitables. El dolor es grande porque quienes más sufren son los más pobres. Parte el alma ver a mamitas con hijos llorando porque no tienen ni para aplacar el hambre de sus pequeños.

Pero la imagen del pequeñito que iba a morir al ser arrastrado por un huaico en Jicamarca, y que fue salvado de milagro por unos héroes anónimos, debe ser el símbolo de la esperanza en medio de esta tragedia que viene enlutando a decenas de hogares en el país.

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Porque hoy más que nunca se necesita de la solidaridad de todos para superar este mal trago, esta prueba durísima que nos impone la naturaleza. Emociona ver a peruanos dar lo poco que tienen para tenderle la mano al compatriota caído en desgracia.

Señoras llevando ollas llenas de comida, jovencitos y jovencitas entregando galletas, conservas de pescado, botellas de agua, ropitas para niños, juguetes. En medio del dolor, la solidaridad permite afrontar las desgracias con renovadas fuerzas.

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En estos momentos en que los peruanos lloran desconsolados porque muchos perdieron en segundos lo que les costó construir durante toda una vida, la solidaridad es un gran consuelo y renueva la fe en un futuro mejor. Mientras haya esperanza, no todo está perdido.

Por eso, si podemos ayudar hagámoslo. Con lo que esté en nuestras manos. Si solo podemos dar una lata de atún estará bien, porque viene del corazón. Entre muchos eso que creemos que es poco se convierte en bastante. El dicho ‘la unión hace la fuerza’ cobra hoy más sentido que nunca. La empresa privada también debe ponerse de pie en estos momentos. Varias ya lo están haciendo, pero hay muchas otras que aún no se deciden. Su ayuda es invalorable.

Además, hagamos que nuestros hijos tomen parte, para que también vivan la solidaridad, que es uno de los valores más importantes, pues es guiada por el amor y el respeto al prójimo. Y por último, aprendamos de lo que hoy estamos padeciendo, no retemos a la naturaleza, más bien respetémosla y tengamos bien presente su terrible poder.

Preparémonos, porque lo que ahora está pasando volverá a suceder, tal vez más pronto de lo que creemos”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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