
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por chicharrón de pescado servido con yuquita frita, ensalada fresca y mayonesa. Para tomar pidió una jarrita de jugo de maracuyá. “María, estoy impresionado por lo que pasó en la boda de Alejandra Baigorria y Said Palao, el pasado fin de semana. Según imágenes subidas a redes sociales, la hermana de Ale, de nombre Thamara, de 21 años, agredió de forma salvaje a su propia madre, a quien metió un cachetadón y una patada voladora. Si no la agarran las otras personas, no sé qué más habría pasado. Una falta de respeto total. No hay justificación para lo que hizo. A los padres se les respeta. Están un escalón arriba de nosotros. Por más que seamos viejos e independientes, ellos seguirán siendo nuestros papás. Yo no entiendo ni acepto esa tendencia de que los progenitores son nuestros amigos. Eso no existe.
El papá y la mamá pueden ser nuestros consejeros, guías o personas de confianza, a quienes podemos contar secretos o pedir una opinión, pero jamás deben ser nuestros amigos, pues eso significa que estén al nivel de los hijos. Tampoco estoy de acuerdo con esa moda de tutear a los padres. Los de mi generación les seguimos hablando de usted a los papás. Eso no quiere decir que no los querramos o que les hablemos de manera ceremoniosa, pero todo tiene un límite. Hay líneas que no se deben pasar. A ellos se les debe tratar con respeto, amabilidad y cariño, mostrando aprecio por su labor y contribuciones. Esto incluye obedecer sus órdenes, escuchar sus consejos y evitar hablarles de forma despectiva o irrespetuosa. Ojo que lo que damos es lo que recibimos. Algún día llegaremos a ser viejos y dependientes. Y no nos va a gustar que nuestros hijos nos traten mal. Sobre todo, sé agradecido. Los papás se rompieron el lomo para sacarnos adelante. Sacrificaron sus propios deseos y sueños por hacer realidad los nuestros. Asimismo, estuvieron con nosotros en los momentos felices y también los difíciles. Así que al papá y a la mamá se les da cariño, no golpes”. Buenas palabras de Gary. Me voy, cuídense.