Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por unas cachemas fritas con bastante limón, acompañadas de arrocito y sarsa criolla, con su infaltable ajicito. Para tomar pidió una jarrita de chicha morada. “María, hoy es Jueves Santo y mientras miles de peruanos saldrán de viaje, irán a fiestas o campamentos en la playa, muchos más abarrotarán las iglesias para rezar y agradecer a Dios por su sacrificio en la cruz. Porque Semana Santa no es solo un feriado largo, sino un momento para la reflexión, para pensar en las acciones de Jesús y por qué aceptó morir en la cruz para salvar a la humanidad.
Claro, a los hedonistas jóvenes de la actualidad esos temas no les importan, salvo que estén en peligro y se acuerden del Padre Nuestro. Yo creo que la alta tasa de criminalidad, el incremento de homicidios, violaciones, secuestros y extorsiones está en relación al abandono de los preceptos cristianos de honrarás a tu padre y a tu madre, no matarás, no cometerás actos impuros, no robarás y no codiciarás los bienes ajenos.
Más simple imposible. Pero también creo que el abandono de la familia como institución principal de la sociedad es otra causa de la criminalidad y la crisis de valores. Antes, el padre y la madre eran los maestros. Eran ejemplo de vida y los hijos debían reflejarse en ellos.
Los papás nos enseñaban a amar a Dios, a ser buenas personas, a saludar a los vecinos, a ayudar en la casa y respetar al prójimo. Y nos castigaban por alguna mala acción, como pequeños robos, peleas o faltas contra algún miembro de la familia. Ahora no es así.
La sociedad en general le ha dado al Estado la responsabilidad de la crianza de los niños y hasta prohíbe el castigo de los padres hacia sus propios hijos. La enseñanza de valores está ahora en manos de los profesores, que al final de cuentas son gente extraña, y ya no en los progenitores. ¿Cómo llegamos a esto?
Urge, desde el Estado, cambiar la actual situación, empoderando nuevamente a la familia, educando en valores a los niños, en el respeto a las personas, cualesquiera sea su condición, origen, raza, posición social o género. Pero también toca a los medios de comunicación en general reflexionar sobre determinados tipos de mensajes y la admisión en sus plataformas de personajes nocivos y tóxicos para la juventud, como ese tal ‘Makanaky’, que es una estrella en las redes sociales por hablar y comportarse como un enajenado, además de confesar el ultraje a una menor de edad.
El mal gusto, la farsa, lo marginal y delictivo no le pueden ganar al amor, el arte, la bondad y la limpieza. En estos días de Semana Santa hay que reflexionar que nos merecemos un mundo mejor, un mundo sin sicarios que matan por plata, de narcos, de extorsionadores, de explotadores sexuales y de ladrones en los poderes del Estado. Jesús no murió en la cruz por eso”. Buenas palabras de Gary. Me voy, cuídense.