Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un sudado de corvina rosada con arrocito blanco y rocotito molido. Para tomar pidió una jarrita de limonada frozen. “María, miles de peruanos que emigraron a Estados Unidos en busca de una vida mejor, viven una pesadilla por las redadas que la administración de Trump realiza en todo el país contra los ilegales.

Se trata de compatriotas que trabajan de sol a sol para enviar dinero a su familia en el Perú y no están involucrados en actos criminales, como sí sucede con otro tipo de extranjeros. El peruano en general es muy reconocido por su honestidad, su esfuerzo y dedicación en su puesto laboral. Nuestros compatriotas no le hacen ascos a la ‘chamba’. Se meten de mozos, lavaplatos, obreros de construcción, en carwash, pastores de ovejas y hasta de paseaperros.

Y se han ido a la tierra del Tío Sam porque acá en el Perú no encontraron oportunidades o eran explotados. No todos triunfan, por supuesto. Pero sí mantienen a sus familias, los sacan adelante y nunca se olvidan de los papás o parientes que dejaron en nuestro país, a los que envían remesas todos los meses. La mayoría, luego de un tiempo haciendo de todo, ponen negocios, como restaurantes, tiendas o empresas de taxis y hasta de yates.

Se desplazan en camionetones, viven en bellas urbanizaciones y visten con ropas de marca. Y todo sin estafar, robar, secuestrar o vender drogas, como hacen otros, a los que sí se debe hacer la guerra. Lamentablemente justos pagan por pecadores. Espero que Donald Trump haga un balance de su lucha contra los indocumentados y deje laborar tranquilos a los inmigrantes que, como los peruanos, contribuyen a hacer de Estados Unidos un país grande.

El hecho de que nuestros compatriotas y otros foráneos encuentren trabajo en el país del norte sugiere que sí hay demanda de mano de obra. Las imágenes de campos de cultivo abandonados, cajeros sin personal y restaurantes cerrados por falta de empleados nos da una idea de lo importante que son muchos de los inmigrantes, en especial los peruanos”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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