El Chato Matta llegó al restaurante por un arrocito con mariscos jugosito, con queso rallado encima y rocotito molido. Para calmar la sed se pidió una limonada frozen. “María, mi hermano Pancholón, recién bajadito de Argentina, se fue embalado al ‘Telmo Carbajo’ a reencontrarse con sus colegas de la Asociación de Abogados del Callao a disputar su partido de fútbol.
Los ‘doctores’ lo rodearon para preguntarle cómo le fue en el país de los campeones del mundo. Y el abogado mujeriego les contó: ‘Me fue espectacular, me recogieron en el aeropuerto de Ezeiza los integrantes de Sentimiento Peruano, Elvis Sánchez, Carlos Abregú y Juan Seminario, y de ahí me llevaron al Obelisco de Buenos Aires, que es el monumento histórico de la ciudad donde los argentinos se concentran para celebrar los triunfos de la selección gaucha.
Allí, últimamente, celebraron el título de la Copa América USA 2024 y la Copa del Mundo. En ese lugar me dieron la sorpresa, pues me estaba esperando un grupo. Uno de ellos tomó la palabra y dijo: ‘Estamos en el Obelisco, en el corazón de Buenos Aires, un gran saludo para Pancholón. Te saluda Sentimiento Peruano’. Y empezaron a corear ‘Pancholón, Pancholón, Pancholón, Pancholón, viejo zorro, viejo zorro, viejo zorro’. La verdad, me emocioné, una lágrima cayó por mi mejilla, no podía creer que mi columna haya traspasado las fronteras.
Entre la gente estaba una espectacular mina (dama argentina) que observaba el recibimiento y el cántico que me hacían, y curiosa se me acerca y me pregunta: ‘Querido, ¿sos Pancholón, de Perú? Uy, no lo puedo creer. También te leo por las redes de Trome. Lo primero que hago los domingos cuando despierto es ir al link de la Seño María para leer tus historias. ¡Sos bárbaro, viejo! ¿Será cierto lo que dicen de ti? ¿Sabés qué significa para nosotros los argentinos venir al Obelisco y que coreen tu nombre? Sos un grande, despedite de tus amigos, deciles que te has encontrado con una amiga y que te va a llevar a comer una rica parrilla a Don Julio, donde va Messi a cenar’.
Llegamos al restaurante famoso, donde comimos la verdadera parrilla argentina y la mina me dice: ‘Vos me tenés que hacer el salto del chanchito y relatar un gol de Messi’. Bingo. Nos fuimos a su apartamento y cuando empiezo a hacer mi faena, y ella me decía ‘pará, pará, gordito’, me llama por wasap la ¡¡abogada tóxica!! venezolana a interrogarme: ‘¿Dónde estás, con qué mujerzuela estás?’.
Le digo que estoy comiendo carne argentina en un restaurante de Palermo, pero me responde furiosa: ‘Mentiroso, viejo cochino. Usted está con una mujer, yo pensando en usted, en mi tierra Barinitas extrañándolo y usted haciendo cochinadas. ¡Olvídese de mí!’. Y me cortó. Mejor para mí. Me concentré en la mina y en mi internacional ‘salto del chanchito’. Perú dio pena en la cancha, pero yo dejé bien a los peruanos. Y no va a ser’”. Ese señor Pancholón es un sinvergüenza que por mujeriego se va a quedar solo y viejo. Me voy, cuídense.