El Chato Matta llegó al restaurante y pidió un cebichito de lengueta con choclo y ají limo bien picante. De segundo un seco con frejoles y cabrito tierno. “María, estuve en el sauna privado con el gran Pancholón, quien a más de 50 grados en medio de eucalipto, manzanilla, muña y hierba luisa, se confesó conmigo. ‘Chatito -me dijo-, veo casos de la vida real que no los entiendo. Ese termina con su esposa luego de ver en unque lo engañaba con un bailarín, al toque se mete con otra mujer, la embaraza, se separa y ahora es amigo del que le puso los cuernos.

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Ya no entiendo nada de este mundo moderno y eso que soy caminante de toda la vida y mis ojos han visto de todo. La vida es un sube y baja, y el varón debe estar preparado para todo. Recuerdo que tuve mi época de oro en la radio. Ganaba miles de dólares y viajaba por toda Sudamérica. Siempre estaba rodeado de un montón de hinchas y ‘chupes’ a los que paraba trago y comida en juergas que duraban varios días. En ese tiempo me pegué con Marita, una flaquita del Callao que me calentó la cabeza. Pero, a la vez, desfilaban interminables mujeres por La Posada. Estaba loco de lujuria. Las quería poseer a todas.

De un momento a otro lo perdí todo y casi me voy pa’ La Habana. Ahí desaparecieron todos esos ‘camarones’ que me pasaban y sonreían. Pasé épocas duras, la publicidad de la radio se fue al piso y los ya no entraban a caja. Casi me embargan mi carro del año. Pero siempre fui recursero, hábil y me volví a levantar. En la vida hay que estar preparado para todo, Chato. A comer caviar, lenguado, lomo fino y también tu pan con huevo frito. El hombre debe ser parador, así como en el amor. El tramposo gana y pierde en la calle.

Muchachos, hay que tener cuidado para hacer sus cosas, no se regalen para que no los ampayen. En mi época no había GPS ni celulares con cámara que te tomaban foto entrando al ‘telo’. A mí me dan risa esos sonsos que ahora que abunda la tecnología se dejan ampayar. He tenido mujeres ricas y locas, que quisieron incendiar mi carrito rojo, conocido como la sartén. Hubo otra que en la comida me metía pepas para que me quede dormido y no salga. La más loca era la ‘Burrier’, que se paraba en la puerta de La Posada para que no me vaya y yo tenía que llegar a mi casa.

Meterse con una enferma de los celos es vivir un infierno porque va a estar contigo echada en el cuarto, va a ver fantasmas y te puede clavar un cuchillo. La cosa es muy sencilla. En la vida tienes que ser full cerebro, pensante. Veo a causas que están sufriendo por el engaño, pero les aconsejo que no perdonen. Pegarla de buenitos y comprensivos no corre. No se puede dormir con el enemigo. Conozco a un montón que llevan los cachos bien puestos. En la calle hay que tener corazón de piedra. Hombres que se han derrumbado por una mala mujer.

Por eso a mis discípulos siempre les digo que con la mujer hay que tener un ojo abierto y otro cerrado. Las cosas son simples en la vida: blanco o negro, es o no es, me amas o no, estás conmigo, me sigues o más pallares con tallarines. No lo olvides, a la casa solo se lleva a una mujer decente, todo eso lo contaré en mi serie que será sensación e irá por Netflix’”. Pucha, ese señor Pancholón se puso melancólico, pero no deja de ser un cochino y sinvergüenza. Me voy, cuídense.

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