
El Chato Matta llegó al restaurante por una sabrosa jalea de pescado y mariscos con cremitas, rocotito molido y, para tomar, una limonada frozen. “María, el gran Pancholón me timbró al celular. ‘Chatito, vente embalado al restaurante Décadas, en San Miguel, de mi hermano Edwin, porque acá está reunida su promoción 68 del glorioso colegio Ricardo Bentín’. Cuando llegué, uno de esos veteranos de muchas batallas le pedía al abogado mujeriego que cuente sus experiencias de tantos viajes.
‘Pancho, cómo te fue en la Copa América de Estados Unidos’. El gordito respondía: ‘¡Espectacular! Recuerdo que antes de viajar, la orquesta N’Samble me dio la despedida dedicándome, ante seis mil personas en La Casa de la Salsa, la canción ‘Me vas a extrañar’. ‘Con cariño, para la gente de Trome. Esta canción para ti, Pancholón, que vas rumbo a la Copa América. Para ti, viejo zorro’. ‘Los besos de mi boca/ No fueron suficientes/ Para que te quedaras/ Conmigo para siempre/ No me alcanzó el cariño/ Para verte contenta/ Te amaba como un loco/ Y no te diste cuenta/ Me resultaron falsas/ Toditas tus palabras/ Tus manos me mentían/ Pancho/ Cuando me acariciaban/ ¿De qué sirvió rogarte/ Para que te quedaras?/ Mi error fue darte todo/ Cuando no vale nada/ Me vas a extrañar, te apuesto lo que quieras que vas a buscarme/ Y vas a llorar, porque tú a mí jamás supiste valorarme...’.

‘Después de la despedida, me fui al aeropuerto para enrumbar a Miami, que era mi sede principal, porque de allí partía a las dos ciudades donde jugaba nuestra selección peruana. Primero a Dallas, donde enfrentó a Chile, y después a Kansas City donde se las vio con Canadá. Tuve una gran decepción con alguien a quien consideraba un amigo, pero resultó ser uno de esos oportunistas que se te presentan en el camino de la vida, los ‘mala leche’ y envidiosos. Pero a esos desconocidos hay que dejarlos pasar.
A Perú lo eliminaron en la primera fase, pero me quedé hasta la final, que la jugaron Argentina y Colombia en el Hard Rock Stadium. Estaba hospedado en el ‘depa’ de mi hermano Iván Reyes, el popular ‘Cara de pan’. Preparábamos el desayuno, el almuerzo, y de ahí estábamos a unas tres cuadras de las playas de Miami donde la pasábamos espectacular, pero con mucho cuidado porque hay tiburones.
Disfrutábamos viendo a las lindas mujeres de todo el mundo que paseaban en la arena. Una tarde hice juegos de luces y conquisté a una coloradita que me regaló una noche espectacular en un yate que tanto se movió con mi famoso ‘salto del chanchito’ que parecía el Titanic’”. Ese señor Pancholón no tiene cura. Por mujeriego, cochino y sinvergüenza va a acabar solo, viejo y enfermo. Me voy, cuídense.
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