El Chato Matta llegó al restaurante por un sabroso chanchito a la caja china con papas doradas, ensalada fresca, ajicito molido y su chicha morada fresquecita. “María, me encontré en el sauna con el abogado mujeriego y partidor, el gran Pancholón, amo y señor de la noche, del dame que te doy y la sacada de lengüita. ‘Chatito -me dijo en la cámara de vapor- estuve el viernes en el Estadio Nacional para alentar a mi blanquirroja. Tú sabes que estoy con mi selección en las buenas y malas. Desde joven estuve en las Copas Américas, fui al Mundial Rusia 2018 y una rusita hermosa quería casarse conmigo. ‘Yo le amo a Pancholón’, me susurraba en la intimidad.
Pese a que estamos en la cola, seguiré poniendo el pecho. Me emocioné hasta las lágrimas con el gol de Callens, tenía una belleza al costado, pero me puse a narrar y grité ¡gooooolllllll!... Recordé mis épocas de oro. Y Colombia también tiene un lugar en mi corazoncito. Soy fanático del grupo ‘Niche’, sobre todo desde que me hice uña y mugre con uno de los cantantes más emblemáticos de la agrupación que fundara el gran Jairo Varela, el boricua Tito Gómez, que en paz descanse.
‘Panchito, estás en la ciudad del amor. Cali no solo es pachanguero, las caleñas te van a devorar. Solo te pido un favor, hay cinco mujeres por hombre en esta ciudad, no necesitas mirar a una que tiene dueño. Controla tus instintos. El Cártel de Cali es tan bravo como el de Medellín y sus integrantes son fanáticos de ‘Niche’. Solistas de otras orquestas se han ido al piso, han aparecido acribillados en despeñaderos porque cantaron mirando con ojos mañosos a las mujeres de los ‘bravos’.
Pucha, todas parecían Miss Colombia, pero yo le eché el ojo a una igualita a Angie Cepeda. Ella estaba sentada con una tía que parecía su mamá. Yo le lancé mi miradita matadora y en una le mandé una botella de whisky. Ella me aceptó y mandó un recado con el mozo. ‘La señorita quiere tomar el trago con usted y está muy agradecida’.
Ni bien me senté, me puse a hablarle al oído y ya en tragos le mordí la orejita. En eso el mozo me dijo al oído: ‘Peruanito, el señor Tito Gómez quiere que lo mire’. Tito estaba que me miraba con ojos fulminantes y me señalaba con gestos a un zambo altazo, de cara temible, que tocaba la trompeta.
Luego cantó uno de sus temas clásicos, ‘Déjala’: ‘Este amor que me tiene loco/ Me está atormentando y no sé qué hacer/ Dime tú, tú mi gran amigo/ alzando esta copa/ lo que debo hacer/ Tú sabes bien/ cuánto la quise/ Y sabes bien que la adoré/ Y ahora resulta que solo fui un juguete/ No me resigno, pues solo sé perder…’. Pero no entendí hasta que el trompetista, cuando estaba bailando aparradito con ‘mi Angie’, bajó del estrado y se vino directo a nosotros. Me pareció que en su mano tenía un revólver. Felizmente, la seguridad lo detuvo.
‘Mi Angie’ era la esposa del trompetista, por eso mi hermano Tito Gómez me estaba advirtiendo del peligro. Chato, no puedo con mi genio. Bien dicen que ‘los partidores se van al suelo’. Chato, esos colombianos cuando les da la berraquera son de temer’”. Pucha, a ese señor Pancholón un día le van a hacer un daño por cochino y sinvergüenza. No respeta ni a las mujeres casadas. Me voy, cuídense.
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