
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un arroz con pato servido con salsa criolla y ajicito molido. Para tomar pidió una jarrita de chicha morada heladita. “María, lamentable la muerte del policía Brayan René Pérez Barzola, uno de los tres agentes heridos a balazos en un enfrentamiento con delincuentes fuera de una discoteca en Huaycán.
Los otros efectivos luchan por su vida en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital de la Policía. Lo más indignante es que la familia del agente muerto tuvo que costear todos los medicamentos que el nosocomio no les dio.
El caso de sus compañeros Edwin Huacausi Ochante y Luis Fernando Ludeña Viera es similar. Sus parientes dicen que ‘no hay medicinas, ni apoyo de las autoridades, mucho menos del Ministerio del Interior. Estamos comprando todo por nuestra cuenta y ya no sabemos de dónde sacar dinero’.
Incluso han intentado gestionar el reembolso de los gastos médicos, pero se han encontrado con trabas burocráticas. “Nos exigen que sea el paciente quien haga el trámite. ¿Cómo va a hacerlo si está en UCI? Ninguna autoridad se ha hecho presente”, dijo la familia de Huacausi. Y todo esto mientras el ministro Juan Santiváñez viajó a Europa en un acto innecesario y banal, todo porque es el engreído de la presidenta Dina Boluarte.
El caso es que se trata de policías que arriesgaron sus vidas en defensa de la sociedad y les pagan de esta manera. A efectivos así deberíamos defenderlos y protegerlos de diversas maneras, pues son un ejemplo ante la cada vez mayor cantidad de agentes corruptos y abiertamente ladrones, muchas veces aliados a mafias, como la de ‘Los Pulpos’ en Trujillo.
Esperemos que el gobierno lea estas líneas y remedie la situación. ¿Cómo se van a enfrentar desde ahora los agentes valientes y honestos a la delincuencia, si corren el riesgo no solo de morir, sino que cuando caigan heridos el Estado los va a abandonar a su suerte, como pasa con estos tres uniformados? ¡Ya basta!”. Asu, Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
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