Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un tallarín saltado, estilo calle Capón, con trozos grandes de pollo, y una jarrita con agua de manzana, que es buena para el cerebro. “María, leía un interesante artículo sobre la buena actitud que hay que tener en cada una de nuestras labores para triunfar en la vida. El famoso psicoanalista Sigmund Freud afirmaba que las carcajadas tienen el poder de liberar al organismo de la energía negativa. Los científicos han descubierto que solo un segundo después de reír, la corteza cerebral libera impulsos eléctricos que impiden el paso de pensamientos negativos. A diario vemos por las calles a gente de mal humor, renegando de su mala suerte, quejándose de todo. Pura mala vibra, envidia. Eso contagia pesimismo y los envenena. Pero reír también tiene otros beneficios:
- Es bueno para adelgazar. Científicos de la Universidad de Vanderbilt en Nashville, Tennessee (Estados Unidos), concluyeron que reírse durante quince minutos ayuda a perder peso, pues hace que el corazón lata más rápido y trabajen varios músculos, con lo que se queman calorías.
- Disminuye el insomnio. Una carcajada activa los casi cuatrocientos músculos de la cara. También se superan miedos y preocupaciones durante la noche, lo que ayuda a dormir con tranquilidad.
- Cuida el corazón. Cuando reímos, el corazón se relaja y ensancha. Por eso previene los infartos, ya que los espasmos que se producen en el diafragma fortalecen los pulmones y el corazón.
- Tiene un efecto analgésico, pues libera endorfinas.
- Facilita la digestión. Aumentan las contracciones de los músculos abdominales cuando reímos, lo que ayuda al paso de los alimentos.
- Mejora la memoria. Una investigación reveló que es más fácil recordar información que nos parece graciosa, y que estos recuerdos se consolidan mejor en el cerebro, incluso cuando ha pasado un largo periodo de tiempo”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
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