Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una sopita de pollo, lentejas con chuletas y, para tomar, jugo de piña Golden. “María, los matrimonios ya no son como antes: para siempre. Los juzgados en lo civil y notarías están repletos de casos de parejas que buscan deshacer su vínculo matrimonial por múltiples razones. Algunos por infidelidad, por maltrato familiar, por incompatibilidad de caracteres y hasta por falta de dinero. Bueno, uno puede hacer con su vida lo que quiera, mientras no perjudique a nadie. Y eso que ahora la gente se casa ya madurita, por arriba de los 30 años, no como antes que a veces la novia era casi una niña. O sea que los que deciden casarse se supone que lo han pensado bien y creen estar enamorados. Todo bien con ellos, pero la cosa cambia cuando hay hijos de por medio. Me ha sucedido a mí.
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