TROME | La tóxica le pide matrimonio a Pancholón
TROME | La tóxica le pide matrimonio a Pancholón

El Chato Matta llegó al restaurante por un cebichito de mero, un arrocito con mariscos y, para tomar, una chicha morada fresquecita. “María, el gran Pancholón me mandó un mensaje por ‘wasap’. ‘Chatito, te espero en mi sauna privado. Ya mandé a cambiar las hierbas y el chinito Richard está poniendo cáscara de naranja y piña. Vente al toque y que no te vean los ‘mala leche’ y envidiosos’.

Cuando llegué, Pancholón lucía bronceadito después de pasar su cumpleaños en la península de Cartagena de Indias, en Colombia. Estaba rodeado de sus amigos de la Asociación de Abogados del Callao, quienes le habían hecho un homenaje y dio el play de honor en el estadio Telmo Carbajo.

Su colega, el goleador Nicolás Sánchez, le decía: ‘Hermano, vi tus estados de ‘wasap’, la hiciste linda, pues te vimos en las islas de Palmarito Beach, en la Chiva Rumbera y haciendo deporte acuático montado en una moto y remando en kayak. Cuéntamelo todo’.

El abogado mujeriego contó sus aventuras. ‘Lo primero que hice fue contactarme con Ronald, el bravo guía turístico de Cartagena, quien me recomendó: ‘Pana, lo primero que tienes que hacer es ir a la playa Marbella donde encontrarás el letrero monumental que dice Cartagena, y ahí te van a recibir y dar la bienvenida las palenqueras Ana y Milena, que son descendientes de los esclavos, y usan vestimenta de arco iris para vender sus frutas’.

Llevé a la ‘abogada tóxica’ venezolana para celebrar mi ‘cumple’, y ya en la Chiva Rumbera el animador colombiano me saludó efusivamente: ‘Dedicada para Pancholón, el viejo zorro. Véngase para Colombia’. Y ponen la canción ‘Cariñito’, del autor peruano Ángel Aníbal Rosado: ‘Lloro por quererte, por amarte, por desearte/ lloro por quererte por amarte y por desearte/ aaaaaay cariñooo, aaaaaay mi vidaaaaaa/ nunca, pero nunca, me abandones, cariñito....’.

Así lo cantaban a todo pulmón la ‘abogada tóxica’ y los turistas que estaban compartiendo con nosotros. Después de terminar el paseo en la Chiva Rumbera, la tóxica googleó y averiguó que en Cartagena está la Catedral de Santa Catalina de Alejandría, que queda en la ciudad amurallada del centro histórico de Cartagena.

Es donde van los turistas de todo el mundo para pedir que se cumpla su deseo de casarse. Tienes que tocar varias veces la puerta inmensa de la iglesia y gritar ‘me quiero casaaaar’. Y eso es lo que hizo la tóxica emocionada. Ya en el hotel, después de hacer el amor, me dice que su sueño es casarse conmigo, que soy el hombre de su vida.

No dejé que se explayara y le expliqué: ‘Usted sabe, mami, que me acabo de divorciar de una mala mujer y la tranquilidad no tiene precio. ¿Cree que siendo una tóxica y enferma de los celos me voy a casar con usted? Por supuesto que no. Conmigo la va a pasar espectacular, va a conocer el mundo, haremos el amor como locos, pero sin un papel firmado. ¡Góceme, disfrúteme! Hasta que tenga fuerzas, que voy a dejar bien a los varones. Y nunca vuelva a decirme para casarnos, que soy callejero y así moriré’”.

Ese señor Pancholón nunca va a cambiar. Terminará viejo, solo y enfermo. Se lo merece por mujeriego, cochino y sinvergüenza. Me voy, cuídense.

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