Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una jalea de pescado y mariscos, con cremitas, salsa criolla y, para la sed, una jarrita de chicha morada. “María, se han escuchado algunas voces que piden que el gobierno anule la cuarentena decretada en Semana Santa para que la gente salga a ‘expresar su fe’.
Esta solicitud llega cuando se viene registrando un preocupante repunte de nuevos contagiados y fallecidos por el coronavirus, mientras que los hospitales siguen desbordados de enfermos. Si se ‘abre’ la Semana Santa como algunos pretenden, estoy seguro de que innumerables personas se irán a las playas, se pondrán a tomar y harán viajecitos innecesarios para divertirse.
Claro que el encierro afecta a miles de personas que esperaban esta fecha religiosa para ofrecer sus productos y servicios, para tratar de mejorar su maltratada economía, pero el país se encuentra en una disyuntiva terrible. Por el lado de la fe creo que es más sencillo, pues no hace falta visitar una iglesia o salir en peregrinación para expresar su fervor. El creyente, el devoto, puede rezar en casa, hablarle a Dios y hacer los ritos acostumbrados, como el ayuno.
Los que sienten la necesidad de escuchar misa, de oír la palabra del sacerdote, pueden hacerlo a través de la radio, la televisión y la internet. Las iglesias ya anunciaron que transmitirán sus actividades en vivo por estos medios.
El país vive horas terribles con el letal virus que está acabando con la vida de decenas de miles de compatriotas, dejando enfermos y hasta incapacitados a muchos otros y destruyendo la economía de innumerables familias que están desesperadas y no saben qué van a comer el día de mañana.
La Semana Santa es un tiempo de recogimiento en el que los creyentes rezan y agradecen a Dios por el sacrificio de Jesús en la cruz. Son días en los que cada uno debe hacer un recuento de las acciones buenas y malas que hizo y de decidirse a enmendar los errores.
Es un tiempo para estar en familia, para dedicarlo a los hijos, a la pareja, a los padres. Ahora solo podrán reunirse las personas que habitan en una misma vivienda. Si tengo a mis padres en otra casa, les demostraré mi amor no yendo a visitarlos. Una llamada telefónica, una videollamada serán suficientes. De esa forma evitaré el riesgo de contagiarlos.
En los últimos años la Semana Santa se había convertido para muchísimas personas en ‘Semana Tranca’. Hoy, ante la dura situación que vivimos, hagamos acto de recogimiento, no salgamos de casa y de esa forma cuidaremos al prójimo”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.