Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó a mi restaurante por su seco con frejoles, sopa de menudencia y, para tomar, jugo de maracuyá.
“María, Netflix acaba de anunciar la segunda temporada de la afamada serie surcoreana ‘El juego del calamar’, que arrasó con la audiencia en todo el mundo. Como sabes, esta producción relata la historia de cientos de personas, todas en bancarrota o con problemas económicos, que son reclutadas por un extraño personaje para participar en un juego macabro cuyo ganador se llevará una fortuna. Lo que no saben al inicio es que para llevarse el cerro de dinero deben morir 460 de los 461 participantes. En los episodios uno ve caer asesinados a balazos a hombres y mujeres, cada uno con una historia particular. El nivel de violencia es extremo y la sangre ni qué decir. Detrás quedan amistades, lealtad, bondad o empatía.
Todo se borra con tal de llevarse el premio mayor. Se supone que la serie tiene restricciones para los niños, pero el último Halloween demostró que los menores han sido grandes consumidores de la producción asiática.
Ver a cientos de miles de pequeños disfrazados con trajes rojos o buzos verdes me dio escalofríos. Incluso, muchos se peleaban por llevar las máscaras del cuadrado, es decir los jefes, o los triángulos, que eran los soldados que mataban a los jugadores. Por eso viene aquí mi reflexión.
Los pequeños no deben ver este tipo de programas tan violentos que normalizan los asesinatos, la violencia y la agresión. El papá debe discriminar qué espacios pueden ver sus niños. Es difícil hacerlo en tiempos en que uno puede acceder a lo que sea en Internet, pero todo esfuerzo vale por la salud mental de los menores.
Mira nomás cómo el país está siendo sacudido por los homicidios a manos de sicarios. Hasta hace diez años el sicariato era un fenómeno que uno solo veía en México o Colombia, a manos de los narcotraficantes. Incluso, la frase ‘te mando la moto’ era vista como un chiste.
Pero ahora todos los días sabemos de noticias de muertes por encargo. Lo último ha sido en esa fiesta animada por la orquesta La Única, en Huacho, donde un asesino a sueldo irrumpió en plena reunión y mató a una mujer. Es terrible.
Desafortunadamente, la web, una herramienta preciosa para obtener cultura e información, puede contener también cosas malas, en especial para nuestros hijos, si no sabemos dosificar qué clase de espacios visitar. Entonces la recomendación es que los padres tengan más cuidado y no permitan que los niños consuman material no apto para su edad, pues ellos recién están en formación. Y esto vale también para los streaming”.
Pucha, Gary tiene razón. Me voy, cuídense.