Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por unos frijoles con seco de carne, ensalada, rocotito y, para tomar, una manzanilla al tiempo.
“María, leí en Trome la historia del profesor Walter Velásquez, quien hace un año creó a la robot ‘Kipi’ para que ayude en la enseñanza de los niños de las comunidades rurales más alejadas de Huancavelica, paradójicamente una de las regiones más bellas del país, pero también de las más pobres. El maestro sintió la necesidad de hacer a su robot cuando debido a la pandemia los niños ya no podían asistir a clases. Entonces, él decidió ir a las casas de sus alumnitos para enseñarles y llevarles libros. ‘Kipi’, que trabaja con energía solar, por lo que no necesita de electricidad -que no existe en muchas zonas del Ande-, ha venido siendo de gran ayuda, pues interactúa con los menores. Ahora, con la participación de sus estudiantes, Velásquez está dando forma a un videojuego en quechua y castellano, proyecto con el que busca reforzar la enseñanza de los chicos. Este docente es un ejemplo, pues solo piensa en el bienestar de sus niños, buscando siempre la forma de que aprendan, pues sabe que el estudio es la mejor manera de romper el círculo de la pobreza.
En estos tiempos de educación a distancia con el uso de smartphones, tablets y computadoras con conexión a internet, los chicos que tienen a disposición estos avances son verdaderamente afortunados. Son muchísimos los niños, adolescentes y jóvenes que en nuestro país padecen por no tener a mano estos recursos, quedando en evidente inferioridad en su formación académica. No solo en las zonas más alejadas del país. En la misma capital hay miles con estas carencias. Por eso, el próximo gobierno debe pensar en el futuro y ser capaz de realizar las acciones necesarias para dotar a cada vez más peruanos de la mejor tecnología. Pero estos adelantos por sí solos no determinan el éxito de un estudiante. La disciplina, el orden, el estudio, la organización, la constancia son imprescindibles para que logren sus metas. Por eso, los padres tienen una tremenda responsabilidad. No basta que los matriculen en un colegio, les den los libros y la tablet.
Es necesario que estén pendientes de sus progresos en cada curso. Hay que alentarlos, animarlos, guiarlos con paciencia y buen ánimo. Se debe transmitirles confianza y convencerlos de que el estudio es la manera más segura de progresar, de ser mejores personas. Es fundamental motivarlos a leer siempre, que creen el hábito, la necesidad de tener algo para leer cada día”. Gary tiene razón.
Me voy, cuídense.