
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un tallarín saltado de pollo con su rocotito molido y, para tomar, una jarrita de chicha morada heladita. “María, el mundo y los peruanos seguimos lamentándonos por la muerte del escritor Mario Vargas Llosa, a los 89 años, en su casa de Barranco. Es el único compatriota que ganó el Premio Nobel de Literatura. Lo hizo el 2010 y además era el último integrante del ‘boom latinoamericano’ que deslumbró al planeta en los años 60.
Mario no solo era un gran novelista y ensayista, también fue un intelectual de polendas y un impulsor de las ideas liberales y de la democracia. Pasarán muchos años antes de que aparezca otro peruano de semejante nivel. Pero Vargas Llosa no solo fue un talentoso. Era ante todo un incansable trabajador, disciplinado como pocos. Esa fue la clave de su éxito.
En 1958 llegó a Europa junto a su entonces esposa Julia Urquidi, prácticamente sin un centavo. Año y medio vivió en París, en una triste buhardilla, cocinando en un primus y aceptando trabajitos poco rentados, solo con la ilusión de tener tiempo para escribir.
La vida le cambió cuando terminó su primera gran obra: ‘La ciudad y los perros’. Esta lo llevó a la fama y se volvió más trabajador aún. Cuando ya era un ‘rockstar’ de las letras, el arequipeño cumplía un horario rígido para laborar. Se despertaba temprano, salía a caminar y tomaba desayuno. A partir de las nueve de la mañana, se sumergía en su despacho a escribir-trabajar hasta las tres de la tarde. En esas horas nadie lo podía interrumpir. Salía a almorzar, una siesta pequeña y de nuevo al trabajo como un obrero.
Tras ello, venía la hora de la lectura y a cumplir compromisos sociales. Todos los días, sin fallar. Que sirva de ejemplo a los jóvenes de hoy. La disciplina y el trabajo te llevan al éxito en todo orden de cosas: en los estudios, el trabajo, los deportes, la vida familiar.
No hay que perder el objetivo. Las fiestas, los amigos, las diversiones están después del trabajo, de las obligaciones. Nada te cae del cielo. Solo el talento, sin esfuerzo, no te lleva a ninguna parte”. Me voy, cuídense.
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