Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por su sopa de pollo, lentejas con pescado frito y, para tomar, refresco de piña bien heladito. “María, Lima es una de las pocas capitales del mundo que se puede jactar de tener un amplio mar a su disposición.
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Encima, los Andes están muy cerca y por eso sus habitantes pueden visitar en pocas horas una ciudad de la sierra o ir a la playa más hermosa, ya sea en el sur o el norte. Además de eso, tiene varias islas deshabitadas (San Lorenzo y El Frontón, entre ellas) que, en un futuro y con inversión, podrían ser parte de un proyecto habitacional que descongestione la ya tugurizada ciudad.
Quito, Bogotá, Brasilia, Buenos Aires, Montevideo, Santiago de Chile o Caracas, no tienen, ni por asomo, las ventajas de la Ciudad de los Reyes. Pero por muchos años crecimos de espaldas al mar. Hasta el siglo XX solo existían los balnearios de Chorrillos y Barranco.
Encima estos eran lugares elitistas, a donde el pueblo no podía ir así nomás. Con las migraciones y las grandes obras, como la Costa Verde, el pueblo tuvo lugares para su esparcimiento cerca del mar.
Y con las grandes toneladas de arena que se sacó del zanjón del Paseo de la República, durante la gestión como alcalde del finado Luis Bedoya Reyes, se ganó terreno al mar y aparecieron playas de las que hoy gozan los limeños.
PLAYAS PARA TODOS
Todos los años, en verano, decenas de miles de personas bajan en micro, combi o auto propio de los barrios populares, especialmente de los conos, hacia La Herradura, la Costa Verde, Santa Rosa, Ancón y Ventanilla para darse un chapuzón refrescante, mientras comen tallarines rojos con papa a la huancaína y se refrescan con cervecita helada.
Pero este esparcimiento está siendo amenazado porque al lado de las playas, desde San Miguel, Magdalena, San Isidro, Miraflores, Barranco y Chorrillos, se ha levantado una carretera para conectar el Callao con Lima, pero perjudicando a los bañistas, quienes han quedado en segundo lugar.
Adicionalmente a eso, han comenzado a aparecer negocios cerca de la arena, que serán muy legales, pero tapan la visión de ese inmenso mar limeño. No me imagino a Ipanema o Copacabana, en Río de Janeiro, Malibú, en Los Ángeles (Estados Unidos), o Cancún (México) con esos problemas.
Pero, bueno, eso es problema de los alcaldes, quienes deberían pensar más en la población, en su esparcimiento y no solo en los negocios o hacerles la vida más fácil a los autos.
Es hora de que la bahía de Lima sea más hermosa y ordenada. Que sea un polo de atracción turística como otras ciudades”. Pucha, mi amigo Gary tiene razón. Hay que cuidar las playas de Lima, que son muy bonitas. Me voy, cuídense.