Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un locro de zapallo macre, acompañado de arrocito y un jugoso bistec. Para tomar pidió una jarrita con agua de maracuyá. “María, los delincuentes cada vez son más avezados y hasta hacen ostentación de su dinero mal habido.
El fin de semana la Policía capturó en una discoteca de Santa Clara a Deives Gabriel Cordero Cárdenas, ‘Chato Dayvis’, quien llegó allí en una camioneta blindada. El sujeto lideraba una banda que cobra cupos a negociantes y transportistas, y cayó con un fusil semiautomático, tres pistolas, chalecos antibalas y cascos tácticos de uso militar policial.
La ciudadanía debe estar atenta, pues no sería de extrañar que con las nuevas leyes del Congreso, el detenido salga libre. O que por alguna leguleyada de un mal juez o fiscal, finalmente el trabajo policial se caiga. También puede suceder que sea enviado a un penal, así sea al de Challapalca, donde se espera que siga dirigiendo a su banda para aterrorizar a honestos ciudadanos.
Urge por eso una embestida sin precedentes contra el hampa, como lo hizo Nayib Bukele en El Salvador, y lo hace Donald Trump en Estados Unidos. Aunque sabemos que este gobierno y el Congreso en funciones no van a hacer nada de eso, enfrascados como están en una inútil lucha de poderes para salvarse cada uno la cabeza.
Lo que hacen esforzados agentes, luego de una paciente investigación, se va al agua porque las otras instancias que administran la justicia y los penales no hacen bien su trabajo. Ya se ha visto que no solo se necesitan leyes más drásticas o más penales en la puna, sino refundar la Policía Nacional y expectorar del Poder Judicial y el Ministerio Público a sus miembros politizados o abiertamente corruptos.
Quien entre a gobernar en el 2026 debe tener poder de decisión, valor y una bancada que le dé soporte en el Congreso. Es que las organizaciones criminales van a intentar infiltrar a los partidos, el Legislativo y el Ejecutivo para sus oscuros intereses”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
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