Mi amigo, el redactor gigantón ‘Barney’, llegó al restaurante por sus ricos frejoles con seco de res, arroz blanco graneadito, ajicito molido y su jarrita de limonada frozen.
“María -me dijo Barney-, el Callao es un infierno. Ya es pan de cada día cubrir crímenes perpetrados por malditos sicarios. No respetan que hay niños, mujeres y ancianos y se meten a matar a ‘quemarropa’ a las casas. En este caso, un ajuste de cuentas entre peligrosos hampones acabó con la vida del temido ‘Kenyiro’ (27), quien se encontraba en su sala, cuando de pronto se apareció su verdugo, que segundos antes había llegado con un cómplice en una moto, y con cuatro balazos le dio fin en la cuadra 3 del jirón Cusco. Los efectivos policiales pudieron atrapar a uno de los homicidas. Qué triste que los chalacos tengan que vivir en medio de estas ‘lacras’ que se multiplican en muchos barrios y riegan de sangre el primer puerto por cupos por obras de construcción y el narcotráfico.
Estas terribles escenas me hacen recordar al tristemente célebre sicario de Pablo Escobar, Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias ‘Popeye’. Increíblemente, antes de morir, era ‘admirado’ por algunos jóvenes por su libro y serie televisiva, ‘Sobreviviendo a Pablo Escobar’, que se emite en Netflix.
Este siniestro personaje tuvo en su haber alrededor de 300 asesinatos y el organizar más de tres mil crímenes en esa Colombia convulsionada por el narcotráfico a mediados de los años ochenta y noventa.
Entre sus confesiones más escalofriantes está el homicidio de su mejor amigo y su novia embarazada. La muchacha, de nombre Wendy Chavarriaga, había sido amante de Pablo Escobar, pero para su desgracia había quedado embarazada.
El ‘Patrón’ la obligó a abortar y en su venganza la chica decidió unirse al Bloque de Búsqueda, hasta que fue interceptada una conversación con un tipo que tenía contactos con la DEA. Ante eso, el ‘Patrón’ ordenó matarla.
‘Popeye’ pasó más de veinte años preso y fue uno de los pocos ‘gatilleros’ que ‘sobrevivió a Pablo Escobar’. El mayor sicario del cartel de Medellín murió de cáncer al esófago en febrero de este año”. Pucha, qué terrible historia. Las autoridades deberían ponerse fuertes para ‘arrasar’ con estos delincuentes que causan un gran daño al querido Callao.
Me voy, cuídense.