Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una rica carapulcra con carne de res, chancho y gallina, junto con su chicha morada. “María, llegué temprano al diario y me encontré con El Sonámbulo, el mítico redactor de Policiales de madrugada. Estaba tomando café y fumaba. ‘Gary, los no tienen cuándo acabar. Ahora los maridos despechados, a los que su mujer les dice ‘ya no te quiero, nuestra vida es un infierno, hay que separarnos’, optan por la salvajada. No aceptan un no, ni un rechazo. No consideran que con su pareja tienen hijos pequeños. Solo piensan en su ‘orgullo’, en su condición de ‘machos’ a los que ‘una mujer’ por más que esta sea la madre de su hijo, no los puede abandonar o pedirles que se vayan de la casa. 

En un mes han habido tres casos de feminicidios solo en Lima. Cada uno más cruel que el otro. En Ate Vitarte, de 13 y 10 ¡el mismo día de su cumpleaños! El homicida asistió a la pequeña reunión en casa de su suegra. Llegó en tragos con una torta. Como tenían una relación fluida, lo hicieron pasar y se quedó, pero a las dos horas un familiar vio que tenía un arma en la cintura. Su pareja cometió el error de ser ella quien lo bote de la casa. El borracho salió, pero regresó y le disparó cinco tiros, uno en la cabeza, delante de sus dos hijos.

En San Juan de Miraflores, un obrero textil, de 36 años, de tres años. El asesino se dio a la fuga. La pequeña pasó varias horas solita con el cadáver de su madre en la cama. Cuando un familiar tocó la puerta del cuarto, la pequeña, con toda la ropa de sangre, le dijo: ‘Mi mamá está muerta’. Una semana después el asesino se entregó a la policía. Lo más alucinante es que afirmó: ‘No me acuerdo haber matado a mi esposa’. Un tercer feminicidio se registró en Surco, donde Wilmer Vilcapoma, de 22 años, y luego mandó un mensaje a la madre de esta. 

Cuando la señora llegó al cuarto encontró a su hija sin vida y al marido tirado en la escalera botando espuma por la boca. Al sujeto lo salvaron en el hospital, pero deberá pagar por lo que hizo. La verdad es que este tipo de crímenes han aumentado como crece la violencia contra la mujer. Antes, los maridos o parejas de mujeres que eran rechazados buscaban venganza en los posibles culpables de las rupturas, como otro hombre, un amante, quienes muchas veces eran las víctimas si se llegaba al homicidio, pero no la esposa. 

Hoy vivimos tiempos salvajes, con jóvenes criados en hogares con padres violentos, alcohólicos o drogadictos, que reproducen esos estereotipos en sus relaciones de pareja. Por eso fracasan con sus esposas o convivientes y terminan descargando toda su frustración y violencia contra ellas. El gobierno debe destinar urgente una partida especial para la salud mental de las personas en todos los hospitales”. Pucha, lo que me cuenta El Sonámbulo me escarapela el cuerpo. Me voy triste, cuídense.

NOTICIAS SUGERIDAS

Contenido GEC