Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un estofado de pollo y, para tomar, chicha morada. “María, veo en las noticias que el presidente está involucrado en seis investigaciones fiscales por corrupción. Y que la Policía se metió ¡a Palacio de Gobierno! en busca de su cuñada Yenifer Paredes, acusada de integrar una organización criminal. Toda la clase política está metida con zapatos y todo en este escándalo.
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Se la pasan viendo cómo se bajan al mandatario, y Pedro Castillo en cómo se salva de la cárcel y de ser vacado. Mientras tanto, los ladrones hacen de las suyas todos los días. Las nuevas víctimas de estos indeseables son los vecinos de los conos de Lima, a quienes mafias de extorsionadores piden cupos para los que están remodelando sus casas. Así es. Se pasean por esos distritos identificando quién va a llenar el techo de su vivienda o está ampliando su cocina.
Luego les piden un pago de 2 mil 500 soles haciéndose pasar como integrantes de un ‘sindicato de construcción civil’. No solo eso, a los albañiles los amenazan de muerte y exigen un pago semanal de 200 soles. Hace poco dispararon a matar a un policía, que acudió a recibir la denuncia de un vecino. Menos mal el agente tenía chaleco antibalas, sino estaría muerto. Los hampones también se han ensañado con los dueños de bodeguitas o tiendas de venta de artículos que con las justas sacan para pagar el alquiler o los servicios.
Estos malvivientes luego se gastan el dinero en discotecas, mujeres, licores finos y drogas. Los peruanos de bien somos agredidos todos los días. Es como si un país vecino nos invadiera y atacara por todos los flancos. Esta es la verdadera guerra interna. Muchos vecinos que se resisten son baleados o aterrorizados con bombas que los maleantes dejan en la puerta de sus casas.
Se sabe que la mayoría de estas mafias están dirigidas por venezolanos. Menos mal anoche el presidente del Consejo de Ministros, Aníbal Torres, anunció un proyecto de ley que indica que pueden ser expulsados los extranjeros que se les incaute armas de fuego de manera ilegal, manejar motos de delivery sin su documentación de permanencia legal y si se les encuentra drogas. Ya era hora. No podemos tener mano blanda con los extranjeros por temor a que nos acusen de inhumanos o xenófobos. Nada de eso.
Solo estamos defendiendo a la clase trabajadora que todos los días es acribillada a balazos, despojada de sus ahorros o aterrorizada por malvivientes. Necesitamos cárceles de máxima seguridad, donde los ladrones pasen décadas sin posibilidad de comunicación con el exterior. Que sientan realmente el castigo. Actualmente los penales son hoteles o escuelas del delito. Ya basta de esto. Estamos en guerra contra el hampa. Y en la guerra vale todo”. Gary tiene razón, mucha mano dura. Me voy, cuídense.