Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un combinado de arroz con pollo y papa la huancaína. Para tomar pidió una jarrita de limonada frozen. “María, repudiable lo que ocurrió hace unos días en la donde un grupo de estudiantes de medicina contrataron a un delincuente para amedrentar a los profesores y obligarlos a ponerles mejores notas y hacerlos pasar de curso. Felizmente, el hampón, de alias ‘Zambo’, logró ser detenido cuando dejaba una carta amenazante en la casa de un docente.

La investigación policial señala que varios alumnos pagaron al extorsionador entre 80 y 100 soles para que haga ese ‘trabajito’. Se sabe que al menos cuatro profesores de esa institución tuvieron que renunciar debido a las amenazas. ¿Qué está pasando en el país que estudiantes universitarios se comportan como los peores delincuenciales? ¿Qué clase de profesionales pueden ser con ese comportamiento criminal?

Encima, hablamos de estudiantes de medicina, que se supone deben encargarse de cuidar la vida de los demás. Ojalá el Poder Judicial determine a los involucrados y les aplique la máxima sanción. Este caso demuestra que una parte de nuestra sociedad está en descomposición. Para algunos, sin ninguna ética ni valores morales, todo vale para conseguir sus objetivos. Da miedo pensar que pacientes puedan estar en manos de esos sujetos. Pero también me dan temor los egresados de universidades de cartón, como es el caso de bachilleres en medicina que no pueden convalidar su profesión en el Colegio Médico, pues salen desaprobados en la prueba de suficiencia.

Los lobis en el Congreso se echaron abajo los filtros para que las universidades de medio pelo sigan funcionando en el país, no solo engañando a miles de jóvenes, sino poniendo en peligro a la sociedad entera con ingenieros a los que se les caerán los puentes o médicos que no saben recetar ni un paracetamol. Mucho cuidado con esto, el próximo Congreso debería remediarlo”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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