Mis amigos periodistas, el fotógrafo Gary y el redactor gigantón ‘Barney’, llegaron al restaurante por un sabroso adobo de chanchito con arroz blanco bien graneadito y su jarrita de anís para la buena digestión. “María, ¿te acuerdas del espeluznante cuádruple crimen de Barranca hace un mes, donde mataron al abogado Jairo Saldaña, su madre, su hermano mayor y su sobrino de catorce años?', me preguntó Gary.
Si este crimen se hubiera producido en Estados Unidos, hubiera horrorizado a los gringos, como la masacre en Kansas de la familia de granjeros Clutter, papá, mamá y sus dos hijos en 1959, que sirvió para que el escritor Truman Capote los investigara a fondo y publicara siete años después, la extraordinaria novela ‘A sangre fría’, donde da detalles del crimen y revela las personalidades de los dos malnacidos que llegaron a robar, asesinaron a la familia y solo se llevaron veinte dólares.
En Barranca también el móvil del asesinato fue el robo. El abogado tenía su estudio en el segundo piso. Los asesinos pensaban que el profesional podía tener una fuerte cantidad de dinero en su estudio ¿Cómo lo sabían? Era un secreto a voces que Jairo Saldaña, que de día era un profesional serio y frecuentaba un culto cristiano, tenía una doble vida: mantenía relaciones peligrosas con una chiquilla de catorce años, cuyo enamorado de 19 estaba en el penal de Huacho por sicariato.
La madre del sobrino asesinado contó a la policía que su hijo le dijo: ‘mamá, mi tío mete chiquillas a su dormitorio’. La muchacha que salía con el abogado a los trece escapó de su casa y también le presentaba otras chicas y recibía buenas propinas. Esa noche todos fueron asesinados por estrangulamiento con cuerdas de cordel de la propia casa, por lo que la policía dedujo que ellos llegaron a robar y algo se salió de control.
La madre y el sobrino estaban brutalmente golpeados. Los detectives establecieron que torturaron al sobrino y a la madre para que el abogado revelara dónde escondía el dinero. Los hampones decidieron matar a todos para no dejar testigos. En tiempo récord, los ‘tigres’ de Homicidios capturaron a tres presuntos miembros de la banda que cometió el horrendo cuádruple crimen, integrantes de la sanguinaria banda: ‘Los malditos de Chocoy’: Jery Quineche (25), presunto estrangulador, experto en artes marciales, Kevin Chinchay (20) y la ‘carnada’, la adolescente de 14 años, la que ‘visitaba’ siempre al abogado por las noches y les abrió la puerta la noche de la matanza.
‘El doctor estaba jugando con fuego relacionándose con esas chiquillas que tenían como parejas hampones y asesinos. Lo triste es que murió también su madre, su hermano y el hijo adolescente de este, que no tenían culpa de nada’”. Pucha, qué terrible historia. Ojalá estas hienas reciban cadena perpetua. Me voy, cuídense.