El Chato Matta llegó al restaurante por un sabroso patito al ají con presa grande, arroz blanco graneadito, papita amarilla, ajicito molido y su chicha morada fresquecita. “María, siempre repito que mi viejita es sagrada, la amo por todo lo que hizo por mí, pero aparte es una mujer sabia, de barrio, sus ojos han visto de todo y me cuadra en una cuando meto las cuatro.

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