El Chato Matta llegó al restaurante por un ají de langostinos con pulpito al olivo y un arrocito con mariscos. “María, recibí un mensaje de ‘wasap’ de mi hermano Pancholón: ‘Chatito, estoy en un concierto de Estefany Castillo, la Sonerita del Callao en Chucuito, que es la sensación de la salsa. Tiene mejor voz que Daniela Darcourt y Yahaira. Toda una vida.
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Pronto dará el salto a la televisión. Yo tengo buen ojo, baja urgente, somos los que somos...’. Justo sonó un tema del gran Cano Estremera y, como estaba embalado por las cervezas, me entró la nostalgia. Pedí más canciones de mi causita portorriqueño que se hizo hijo adoptivo del Callao y socio honorario del Sport Boys.
Llegué justo cuando la banda estaba tocando la que fue la canción más emblemática del ‘albino maravilloso’, ‘La boda de ella’. Después como solista se haría aún más famoso en los países salseros, pero sobre todo en el Perú.
Al sonero lo conocí en el 2011, me lo presentó un futbolista del Boys que era el clon de Ñol. Juntos lo fuimos a recoger al aeropuerto y terminamos en el centro del Callao donde el boricua se hizo adicto a los platillos de mariscos.
Estremera era sencillo, bonachón, de pueblo. Al final llegaron a las mesas sendas botellas de pisco iqueño para bajarla. Y me dijo: ‘Panchito, me caes bien, eres un grande, te invito al concierto de mañana en el Ferrer de Faucett. Te vienes con tu gente’. Para qué me dijo eso, me aparecí con mi ‘caballito’, la mujer más deseada de San Miguel. Cómo estaría de buena que hasta a Cano, acostumbrado a ver mujerones en Puerto Rico y Nueva York, se le salían los ojos.
Desde la tarima me alzó el pulgar y me dedicó la canción ‘La libertad’, de Marvin Santiago, ante dos mil personas. Ese tema está colgado en YouTube y en el minuto 3:57 improvisa: ‘¡Gózalo Pancholón, gózalo Pancholón!, que viva la libertad, la libertad de un amigo. Pregúntale a Pancholón, que tiene razón, aunque no tenga testigos. Para Michael, para Mario, para el Sport Boys, esos son los míos’.
‘EL DOCTOR CHOTILLO QUERÍA SER COMO YO’
La fiesta hervía. Pero mi ‘caballito’ se puso intensa. Me exigía matrimonio y, ebrio de lujuria y ante las miradas libidinosas de los ‘partidores’, le dije que sí, pero yo tenía mi oficial, una abogada de avance. Justo días atrás había cometido el error de presentársela al doctor Chotillo, cuando todavía no se había convertido en un envidioso y, lo peor, cuando no estaba obsesionado con imitarme y vengarse de que lo partí con la ‘burrier’.
Quería ser como yo. Como Christian Castro con Luis Miguel, pero piña, ‘el Sol es uno solo’. El asunto es que terminó el concierto y me iba de la mano con mi ‘caballito’, y senti la mirada siniestra de Chotillo, que hablaba por su celular pero me miraba al mismo tiempo.
Algo me hizo sospechar, pero mi lujuria pudo más y paramos un taxi para irnos a La Posada, el ‘hostal de los infieles’. En el mejor momento de mi faena, justo cuando iba a hacer mi legendario ‘salto del chanchito’, sentí que tumbaban la puerta.
‘Pancho maldito, desgraciado, y todavía me propusiste matrimonio y me engañas con esta mujerzuela’, gritaba la abogada. El cirujano había llamado a mi ‘firme’ dándole las coordenadas para que me ampayara. Su risa no le duró mucho tiempo. Pero la historia de mi venganza la contaré otro día”. Pucha, ese señor Pancholón es un cochino y sinvergüenza. Mal ejemplo para la juventud. Me voy cuídense.
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