Lamentablemente, sufrimos el cáncer de la corrupción y de la informalidad.  (Foto: Pexels)
Lamentablemente, sufrimos el cáncer de la corrupción y de la informalidad. (Foto: Pexels)

Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un churrasco jugosito con papas doradas, arroz blanco graneado y, para tomar, una agüita de cebada al tiempo. “María, el Perú es un país maravilloso. Antes de la llegada de los españoles, las culturas preincas y luego el imperio incaico eran lo más avanzado en esta parte del mundo. A la llegada de los europeos, el virreynato del Perú era el más importante. Nuestro país lo tiene todo para ser un grande entre los grandes, pues además la gente tiene inventiva y enorme capacidad de trabajo.

Lamentablemente, sufrimos el cáncer de la corrupción y de la informalidad. No hemos podido superar esas taras que nos impiden avanzar. Acá, el sinvergüenza, el ‘Pepe el vivo’, el que no respeta las normas es visto con admiración por bastante gente. Para muchos conductores es normal pasarse la luz roja del semáforo y hasta tienen la desfachatez de reventar el claxon, indignados, al conductor que está detenido adelante porque sí la respeta, pues ‘es un tonto que le hace perder el tiempo’.

Somos trabajadores, pero nos falta ser más formales. Queremos ganar el dinero de manera honesta, pero muchos políticos o funcionarios públicos se vuelven corruptos apenas llegan a ocupar un cargo. Eso ocurre también en las empresas privadas. Cuántos sinvergüenzas quieren ocupar un cargo público porque saben que ‘ahí está la plata’.

Ven a esa actividad, que debería ser ejercida solo por quienes buscan el bien común, como la manera más rápida de hacerse ricos robando. Cuántos candidatos que se presentarán a las elecciones del 2026 son rateros. Por eso hay tantos alcaldes, gobernadores regionales y hasta presidentes presos. Un asco. Si desterráramos la corrupción y a los ‘vivos’, el Perú se convertiría en una potencia.

Eso es posible. Sino, veamos a los ‘tigres asiáticos’ Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur, que en los años 60 eran países atrasados, incluso más que el nuestro, y desde entonces han tenido un crecimiento económico sostenido debido a su industrialización y a su enorme capacidad de trabajo”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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