Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una cachemita encebollada con su arroz graneado y menestrita de plátano bien a la norteña. Para tomar pidió una jarrita de naranjada heladita. “María, el Perú está llegando a un punto de no retorno con respecto a la delincuencia, en especial la extranjera, que se da el ‘lujo’ ahora de matar serenos y policías como si nada. El domingo falleció el sereno de Surco, Luis Manrique Pizarro, a manos del criminal venezolano ‘Maldito Cris’, quien le disparó al cuello cuando el agente lo intervenía al parecerle sospechosa la moto en la que se desplazaba. Manrique agonizó varios días conectado a un respirador artificial, pero no pudo más.
Desde aquí le pedimos al gobierno de Dina Boluarte que haga algo por la población, como está pasando en Chile, donde han endurecido las leyes contra los extranjeros ilegales y con antecedentes, tras la muerte a tiros de un carabinero. Tanta es la persecución, que en el paso fronterizo de Tacna hay cientos de venezolanos indocumentados tratando de pasar de Chile a territorio peruano.
La Policía y todas las autoridades deben batir todos los escondrijos y paraderos de estos delincuentes, los paraderos de mototaxis, los lugares de prostitución clandestina, los inmuebles donde se venden drogas, las discotecas y más. Y no solo un día, todos los días si es posible. No hay que darles respiro. Y construir cárceles en lo alto de la puna para enviarlos allí por criminales. Ya basta de mano blanda.
No les hagan caso a las ONG
No les hagan caso a esas ONG de derechos humanos que solo les interesan los delincuentes y no las personas honradas. Ahora las mafias venezolanas se agarran a balazos en plena calle para disputarse el control de la prostitución clandestina. Y no tienen respeto ni miedo por nada. A los indocumentados y con antecedentes, envíenlos a la frontera y no los dejen entrar otra vez. Que el Ejército los contenga. Ya está bien de ser ‘buenitos’. Esa gente no se lo merece.
Que se vayan a su país y que Maduro los alimente. Aquí ya hicieron suficiente estropicio. Y no estamos hablando de los extranjeros verdaderamente trabajadores. De esos que sí contribuyen con el crecimiento del país y que tratan de ayudar a sus familias. A esos hay que protegerlos. Hablamos de los hampones, de los asesinos sin alma, de los proxenetas y extorsionadores.
Pero también todos los extranjeros deben aprender a respetar la autoridad. No es la primera vez que se ponen malcriados con la Policía. Como ese motociclista venezolano en Trujillo que amenazó con agarrar a cachetadas a un policía porque le pidió sus documentos. A ese no solo hay que meterlo en la cárcel, sino expulsarlo en una. Que se vaya a poner malcriado en su país, no aquí donde le damos trabajo. Ya basta, presidenta Dina Boluarte. Defienda a los peruanos, inicie una guerra a muerte con la delincuencia extranjera antes que esto se convierta en otro México”. Me voy, cuídense.