Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un adobo de chancho con lentejitas y, para tomar, pidió una jarra de emoliente tibiecito.
“María, la lucha contra las organizaciones criminales tiene que ver mucho con el estado de las cárceles del país. Muchos pensábamos que un penal de máxima seguridad, como Challapalca, en la puna de Tacna, era el más seguro, pero estábamos equivocados. Una reciente investigación de la Policía arrojó que cabecillas de bandas, como Fritz Moreno Cossío, ‘Gringo’, siguen operando desde sus celdas.
El delincuente roba autos de lujo con su organización ‘Los Embaucadores de Alta Gama’, para luego revenderlos con placas clonadas. El colmo es que el sujeto, todo indica, reclutó para su banda a malos policías y agentes del INPE. El gobierno tiene que hacer algo de inmediato. ¿De qué sirve capturar a los delincuentes más avezados si dentro de la prisión van a seguir con sus actividades ilícitas?
Por favor, hay que sacar a las manzanas podridas, a esos agentes corruptos que se convierten en aliados de sanguinarias organizaciones criminales que asesinan a inocentes. Deben poner mano dura en el INPE, donde se ha probado que hay malos miembros que permiten el ingreso de celulares, chips, drogas y hasta armas a las celdas.
En Challapalca se halló un receptor de wifi de buen tamaño con sus componentes. Cómo puede ser que ingresen semejante aparato a esa cárcel, si no es comprando a guardias. Hace unos meses, la Policía detectó que Juan Ramón Sánchez Cerna, ‘Serrano Shen’, cabecilla de la organización criminal ‘Los Malditos de El Triunfo’, usaba un teléfono celular dentro de Challapalca y se grababa al lado de fajos de dinero, producto de sus extorsiones en La Libertad.
¿Cómo pudo entrar ese celular y cómo logró enviar un video fuera de la cárcel? Si queremos acabar con la ola criminal intervengamos los penales. Y se deben hacer requisas diarias, pero con el apoyo de soldados de las Fuerzas Armadas que, además, siempre estén rotando”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
