El fotógrafo Gary llegó al restaurante por una causita rellena de atún y un poderoso arroz con mariscos. “, vino a buscarme a la Redacción el veterano periodista de política ‘Cigarrito’. Ahora hasta los guachimanes le faltan el respeto y le hacen problemas para que entre al diario, pero en sus buenos tiempos fue un grande de la pluma. En varios rankings, como los que ahora hace Ipsos, fue considerado el mejor periodista político del país. ‘Gary, si no te acuerdas, hoy es el aniversario del diario donde te conocí, cuando eras un chibolo practicante. Ahora ese periódico yace en el cementerio de papel. Nos merecemos unos buenos tragos como los de esos tiempos’. ¡Cómo no me iba a acordar! Ahí ‘Cigarrito’ daba verdaderas lecciones de periodismo político y el inmenso director lo tenía como su engreído, pero el diario dio un alucinante giro. De ser un periódico político, económico y cultural, se convirtió de la noche a la mañana en un pasquín amarillista y, con la finalidad de vender más ejemplares, se ‘colgó’ de un caso muy sonado. Un empresario ingresó a una suite de un famoso hotel con una guapa joven, de nombre Marita. A las seis de la mañana, la muchacha voló por la ventana del piso 16. Esa muerte fue todo un escándalo. ¿Se suicidó o la arrojaron al vacío? El inmenso director apostó por el homicidio y convirtió el caso en una telenovela truculenta.

Una mañana convocó a ‘Cigarrito’ y a la ‘Rubia’, la más achorada reportera de policiales: ‘Vayan a Arequipa, donde han enterrado a Marita’. Tú, gringa, averigua la vida de la mamá, quien mis fuentes me dicen que era del ‘cuento’. Cigarrito, tú anda a la morgue y averigua dónde está el ‘útero’ de Marita. Algo raro ha pasado y un policía me contó que la mujer estaba embarazada’. 'Cigarrito’ estaba indignado. Un periodista político como él no podía rebajarse a investigar las miserias de una muerta. En Arequipa decidió apostar por la vida loca. Llamó a sus amigos, unos poetas arequipeños, convocaron a unas amigas y se mandó con tres días de interminables borracheras. Regresó a Lima sin ninguna ‘pepa’. La gringa llegó con un regalo: el certificado de trabajo de la madre de Marita. Era verdad, había trabajado en el oficio más antiguo del mundo en la ‘Ciudad Blanca’. El director la recibió con alfombra roja y le aumentó el sueldo. Cuando convocó a 'Cigarrito' a su oficina, se encontraba con todo su estado mayor de sobones. Ya sabía que mi amigo, por rebeldía, no tenía nada. ‘¿Qué me trajiste?’, le preguntó dulcemente. ‘Nada, director, no encontré nada...’, respondió. ‘¿Cómo que nada?’, vociferaba, mientras su rostro colorado se encendía más y sus ojos lanzaban chispas. El director, convertido en una bestia, agarró un cenicero de metal y se lo lanzó en actitud homicida, pero 'Cigarrito', mosca, había dejado la puerta entreabierta y salió antes que el misil lo alcanzara. Salió corriendo escuchando los gritos de ‘¡¡Malditooooo!!’. Lo suspendieron unos días y lo sacaron de política, pero el castigo no duró mucho porque el diario murió a las semanas, sin pena ni gloria”. Pucha, ese señor Cigarrito fue un gran periodista, lástima que no guardó pan para mayo. Me voy, cuídense.

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