Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un tallarín verde con un bistec jugosito. Para tomar, pidió una jarrita de limonada con hielo. “María, indignante lo que reveló un reportaje de ayer domingo sobre el peligroso extorsionador y asesino ‘Chato Deivis’. El sujeto, quien fue detenido en una camioneta blindada y con armas, habría pagado a policías para que lo dejen ‘laborar’ tranquilo, exigiendo cupos a comerciantes.

No es la primera vez que se menciona a malos agentes al servicio del hampa. Hace unas semanas se reveló que efectivos de una comisaría en Trujillo pedían plata para pagar el servicio de Netflix, a cambio de datearlos sobre algún operativo.

‘Chato Deivis’, hay que recordar, no es cualquier hampón, es acusado de múltiples asesinatos, extorsión, asaltos y posiblemente secuestros. Con la plata mal habida, armaba lujosas fiestas en discotecas, donde tomaban licor fino en boxes exclusivos.

El temor es que este avezado criminal sea liberado por corruptas o negligentes autoridades del Poder Judicial. Como decía, es preocupante que cada vez más policías aparezcan en las nóminas de las mafias. Por supuesto que la gran mayoría de efectivos son honestos y sacrificados, pero es necesario sacar de la PNP a esas lacras. No hacer un mal entendido espíritu de cuerpo.

Si los que deben luchar contra el crimen organizado también son hampones, ¿quién podrá solucionar esta crisis? El gobierno de Dina Boluarte debe iniciar la reorganización de la Policía, igual que sus escuelas de formación. Debe haber una selección mucho más rigurosa, con mejores filtros, y desterrar la pésima costumbre del tarjetazo, que hace ingresar a cualquier elemento si tiene ‘vara’.

Estamos en guerra contra el hampa y no debemos darle ninguna ventaja. Todos los días gente honesta muere asesinada”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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