Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un locro de zapallito loche con habas y choclo, servido con su bistec frito. Para tomar pidió una jarrita de chicha morada heladita. “María, la delincuencia está cada día más agresiva en el país. Las y asaltos ya forman parte de nuestra vida diaria.

Las mafias de cupos balean a unidades de transporte público, dejando heridos. Uno de los últimos ataques se registró el jueves contra un bus de la empresa Etupa, en Chorrillos.

Tras una ráfaga de disparos, el chofer y siete pasajeros resultaron baleados. Un día antes, pistoleros dispararon a otro micro, esta vez en San Juan de Miraflores, impactando a una niña de 5 años y al conductor. Francamente todo esto es terrible.

A esos delincuentes no les importa la vida ajena, ni siquiera de una criatura. Creo que ya es hora de que sean considerados terroristas y encarcelados de por vida en una prisión de máxima seguridad en la puna. Y sin derecho a visitas ni a vincularse con los otros presos. Es decir, muertos en vida. Nada de derechos humanos para esos asesinos.

Cuando digo que debe cortarse toda comunicación con el exterior, es porque actualmente los presos siguen extorsionando u ordenando crímenes desde la cárcel, gracias a autoridades corruptas.

El narco Joaquín Guzmán Loera, ‘El Chapo’, está recluido en la prisión ADX Florence, considerada como una tumba. Lo condenaron a cadena perpetua. Ni sus hijos pueden visitarlo y solo tiene media hora en el patio. Pienso que así se debe tratar a las personas que son un peligro para la sociedad, como es el delincuente alias ‘Monstruo’, quien junto a otras bandas extorsiona y mata en el cono norte de Lima, exigiendo el pago de cupos a empresas de transporte, clínicas, negocios y hasta a viviendas.

Gente así no merece vivir. Las personas de bien, que trabajamos y somos el sostén de nuestras familias no podemos estar desprotegidos y encima manteniendo en cárceles a los hampones”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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