Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un plato de tallarines verdes con su plancha de hígado frito montado. Para tomar pidió una jarrita de chicha morada heladita. “María, veo con indignación cómo sectores radicalizados están matando el turismo en el Cusco, Puno, Arequipa, Ayacucho e Ica. En redes sociales vi a un sujeto decir que no le importaba el turismo porque se dedica a la agricultura y por eso bloqueaba un camino. “Solo vienen extranjeros, nosotros somos peruanos”, señalaba con absoluta ignorancia.
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Ese sujeto no sabe que el turismo deja riqueza. Los visitantes extranjeros y también peruanos compran artesanía que fabrican artistas locales, pagan movilidades que manejan choferes pobres, se hospedan en hoteles que tienen cocineros, empleados de limpieza, botones y mozos, dejan, en suma, millones de dólares que han revitalizado la economía de esos lugares.
El año pasado, el Perú recibió a 6 millones de turistas foráneos. Una cifra importante que no se acerca a los 60 millones que viajan todos los años a España y ni qué decir de los que conocen México o Brasil.
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Mientras en esos lugares los enamoran para que dejen sus dólares, que servirán para dar trabajo, aquí los espantamos, los apedreamos, los tratamos mal. Esos extranjeros jamás regresarán y les dirán a sus amigos y conocidos que no viajen al Perú. Por eso creo que detrás de esas hordas que bloquean carreteras y apedrean hoteles de turistas están los enemigos del Perú. Esos que quieren ver eternamente pobres a nuestros ciudadanos.
Qué pena ver los hoteles vacíos, a los guías preocupados porque se quedaron sin trabajo, a los choferes pensando en qué comerán, a los artesanos con sus productos amontonados sin ningún cliente a quién vender.
Los peruanos de bien debemos levantarnos y enfrentarnos a esos violentistas, como nos levantamos en los 80 y 90 para derrotar al terrorismo homicida. Una pequeña parte de violentistas no puede paralizar el país. Los trabajadores, los honrados somos más, muchos más. Ya basta de esta violencia absurda, busquen a los líderes de todo esto y métanlos en la cárcel.
Solo buscan la destrucción y todo vale en ese objetivo. Uno de los ejemplos más explicativos de esto es lo que ocurrió el martes en el Congreso. Todas las bancadas de izquierda le salvaron la cabeza al legislador Freddy Díaz acusado de violar a una trabajadora de su despacho. No es que le crean, lo que quieren es que la gente diga ‘ah, el Congreso en general defiende a tipos así, ¡cerrémoslo!’.
La manobra es más que evidente. Por eso buscan más muertos, buscan ‘encender la pradera’Protéjase del sol, ‘agudizar las contradicciones’ para instaurar una dictadura como la de Corea del Norte o Cuba, donde nadie es feliz”. Muy bien dicho, Gary. Me voy, cuídense.