Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un lomito saltado servido con arroz, papas fritas y su rocotito molido. Para tomar pidió una jarrita de naranjada heladita. “María, mañana miércoles se inicia el Año Nuevo Chino, una fecha especial no solo para los habitantes de ese gigantesco país, sino para los millones de chinos repartidos en todo el mundo, como el Perú.
Es también llamado Año Nuevo Lunar o Festival de la Primavera, y la celebración más significativa del país de la seda. El 2025 es el Año de la Serpiente de Madera. El Perú, desde el siglo XIX, recibió a miles de migrantes asiáticos, primero para trabajar en las haciendas azucareras del norte y luego se independizaron y abrieron negocios, en especial restaurantes y bodegas.
Ellos nos han legado una forma de ser, como es el trabajo, la dedicación, honradez y paciencia. Esos valores debemos aprender todos los peruanos.
Miren nomás cómo China ha progresado en estos últimos cincuenta años, al punto que hoy es la principal potencia económica del mundo. Los chinitos trabajan los siete días de la semana y son los últimos en cerrar en la noche. Trabajan de sol a sol, ahorran, pagan sus préstamos y poco a poco progresan. Es maravillosa su paciencia.
Mientras otros están ansiosos porque quieren fortuna en poco tiempo, los chinos esperan, trabajan, ahorran y cuando menos lo piensan ya tienen un buen capital. Influenciados por la filosofía de Confucio, valoran mucho la armonía en las relaciones sociales y en la vida en general. Asimismo, respetan la jerarquía y la etiqueta, así como la lealtad.
Igualmente la integridad es un valor chino que indica un comportamiento moralmente recto y honesto. La comunidad china, en especial los venidos de Cantón, Hong Kong, Macao, Fujian y Taiwán, nos han legado mucho a los peruanos, en especial la comida.
El chifa, fusión de gastronomía china con la criolla, ya es un emblema del Perú. Mañana muchos celebrarán en la calle Capón y otros lugares. Felicitaciones a todos ellos”. Me voy, cuídense.
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