Este Búho pensó que ya nada podía estremecerlo en los noticieros de televisión. Pero al ver el asesinato del embajador ruso en Turquía, Andréi Karlov, no pude dejar de sentir escalofríos. De inmediato, recordé esa borrosa filmación del atentado que le costó la vida al presidente norteamericano John F. Kennedy, el 22 de noviembre de 1963, en Dallas, Texas. Vimos cómo el mandatario cae recostado hacia su esposa Jacqueline y esta se zafa temerosa, porque podía haber más disparos y, gateando, trata de escapar del coche descapotable.
El supuesto asesino, Lee Harvey Oswald, lo mató con un rifle de largo alcance. Nunca se supo si fue el verdadero francotirador o solo un chivo expiatorio. Porque un mafioso de poca monta, Jack Ruby, lo acribilló dos días después cuando lo trasladaban a la cárcel del condado. Fue el primer crimen que se transmitió en vivo y en directo por televisión.
Pero el asesinato del embajador ruso en Turquía tiene otra connotación. El video se ve en HD, con una cámara ubicada a pocos metros del diplomático, que inauguraba una muestra fotográfica. Burhan Ozbilici es un reportero gráfico que se ha hecho famoso en todo el mundo. Este periodista de la agencia AP fue quien tomó las espeluznantes imágenes cuando se ve, primero, al embajador y detrás de él a su verdugo: el terrorista Mevlüt Mert Altintas, infiltrado en la policía. Parecía un guardaespaldas o un amigo de la víctima.
La fotografía más impactante que captó es cuando el criminal, con los ojos desorbitados, profiere alabanzas a Alá y recuerda la ciudad siria de Alepo, recuperada por las fuerzas del gobierno sirio con apoyo ruso. El asesino después alza un brazo empuñando su pistolón, con el que realizó hasta ocho disparos que mataron al diplomático en Turquía.
Este valiente hombre de prensa luego relataría: ‘Por supuesto que estaba asustado, me escondí en un muro y veía cómo el asesino amenazaba a los presentes y se paseaba por el cuerpo tendido de Karlov. Me tomó algunos segundos comprobar que había presenciado un asesinato. Di un paso adelante y mientras el hombre amenazaba y gritaba, disparé mi cámara. Y pensaba. Estoy aquí, y así me disparen, me hieran o me maten, soy un periodista. Tengo que hacer mi trabajo’. También en esos momentos, de terrible angustia, asegura que pensó en los colegas que murieron tomando fotos en la zona de conflicto.
Muchos se preguntan qué está pasando en Siria, para que potencias, como Rusia, Estados Unidos o Francia, participen en un conflicto que se inició entre un enfrentamiento por libertades democráticas que amplios sectores sirios exigían al ‘duro’ presidente Bashar al-Ásad, quien sucediera en el poder a su padre, Hafez, en el 2000.
Lo que en un inicio fueron protestas callejeras y universitarias, en las regiones, se transformó rápidamente en una guerra civil. En el 2012, los enfrentamientos armados ya se habían extendido a la capital Damasco y a la segunda ciudad Alepo. El presidente endureció su posición y llamó a ‘aplastar al terrorismo apoyado por el exterior’. ¿Quiénes luchan contra el presidente Ásad? Al principio era una oposición moderada, que paulatinamente fue desplazada por los que son mayoría ahora, el desquiciado Estado Islámico, que ha ejecutado verdaderas masacres en las ciudades que logró capturar como Alepo y el frente Nusra, un grupo aliado de Al Qaeda.
Increíblemente, Arabia Saudita apoya a los insurrectos, a sabiendas que contribuye con armas y dinero al estado yihadista del Estado Islámico. En esta guerra, donde nadie sabe para quién trabaja, Rusia pretende ejercer el papel de ‘gendarme’, que otrora tuvo Estados Unidos en la región. Lo real es que según las Naciones Unidas, el conflicto, hasta el momento, ha originado la muerte de más de 250 mil personas y cuatro millones han tenido que abandonar el país. El asesinato del embajador ruso solo contribuye a echar más gasolina al incendio sirio. Apago el televisor.