Veo las imágenes en televisión y son impactantes. Pertenecen a Trujillo, en el penal correccional conocido como ‘La Floresta’, al que podríamos llamar el ‘Maranguita del norte’. Allí se produjo una batalla campal y un incendio. En exclusiva, nuestro ‘tigre’ corresponsal del diario nos llamó para comunicar una noticia infartante: ‘¡Hay cinco internos muertos achicharrados!’. La Redacción retumbó. Si bien es cierto, en Florida, Estados Unidos, habían acribillado a 15 escolares, la ‘noticia’ estaba en Trujillo, pues se trataba de una masacre en un centro penitenciario de menores. ‘¡Llamen a Julio Magan, exjefe del INPE, que ahora es gerente de todos los penales de menores!’, exclamó alguien. Pero, increíblemente, Magan estaba ocupado por un motín de menores en ‘Maranguita’. La primera pregunta que debemos hacernos es la siguiente: ¿Acaso el supuesto ‘motín’ de Maranguita solo sirvió de cortina de humo para la cruel ‘vendetta’ entre dos bandas rivales, ‘La Jauría’ y ‘La Gran Familia’? Lo más alucinante es que en la correccional trujillana no solo están internados menores de edad, sino también mayores. De ahí se entiende en parte el porqué de tamaña salvajada. El saldo: cinco internos carbonizados.
Como no podía ser de otra manera, ingresé al ‘túnel del tiempo’: Año 1984, mes de marzo. Se produjo un sangriento motín en el penal ‘El Sexto’, al costado del colegio Guadalupe. Los delincuentes tomaron como rehenes a policías, autoridades del penal, trabajadores y a la psicóloga. Los comandaban dos asesinos psicópatas: ‘Pilatos’ y ‘Lalo’, cuyas intenciones no eran únicamente las de fugar. Eran líderes de la banda de los ‘limeños’, que querían eliminar a los ‘chalacos’, que habían llegado desde ‘El Frontón’. Fue un día infausto. Mientras ‘Pilatos’ y ‘Lalo’ quemaban y mataban a los rehenes, sus compinches acorralaban a los del Callao y cuando los tuvieron encerrados en sus celdas, les prendieron fuego. El saldo fue de 22 presos muertos. Lo suficientemente impactante para que años después, el director Danny Gavidia filmara ‘Reportaje a la muerte’, inspirada en la tragedia y protagonizada por Marisol Palacios como una reportera de TV y su camarógrafo, Diego Bertie. Lo increíble es que las muertes de los rehenes se vieron por televisión, en vivo y en directo y a nivel nacional e internacional. Los presos tenían un TV a color y al ver sus caras en la pantalla, se entusiasmaron y gritaron: ‘¡Somos calle!’. Tomaron alcohol y pastillas del tópico y se pusieron ultraviolentos cuando degollaron al narcotraficante ‘Mosca Loca’. El millonario recluso vivía en Prevención con todos los lujos. ‘Mosca Loca’ se hizo célebre porque ofreció al gobierno del presidente Fernando Belaunde lo siguiente: ‘Yo pago la deuda externa del país, pero usted me deja traficar con cocaína’. Vivía en una celda de lujo, tenía TV a color, refrigeradora y todas las comodidades. Cuando ‘Pilatos’ llegó a su celda, mató a su guardaespaldas, el exrepublicano ‘Mego’. Después torturó al narco, hasta asesinarlo cortándole el cuello. La película ‘Reportaje a la muerte’ batió récords de taquilla y se convirtió en un clásico y en una escuela para los estudiantes de Periodismo. Mis respetos a David Elkin, que hizo de ‘broadcaster’; a Marisol Palacios, como ‘Anel’, la reportera llegada de Venezuela, y a ‘Alfredo’ (encarnado por el gran Diego Bertie), que es el más intrépido camarógrafo del país, mujeriego y cuasisuicida. Él se ofrece a negociar con los rehenes... Pero no cuento más. Pueden buscarla en Polvos Azules. Se darán cuenta de que el tiempo es circular y las desgracias se vuelven a repetir. Apago el televisor.
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