Para el común de los peruanos, el nombre de Nayib Bukele tal vez le suene a nombre de galán de novela turca. Pero no, es el presidente de El Salvador, el más joven de América, con solo 40 años. Un gobernante totalmente atípico que irrumpió en el panorama político que era monopolizado por el bipartidismo entre el izquierdista Frente Farabundo Martí y la derechista Arena, los que trasladaron a las urnas su sangrienta guerra civil que duró más de una década.
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A los dos partidos políticos ‘tradicionales’ los derrotó en las elecciones presidenciales, pero antes había sido alcalde de San Salvador y por último, en las elecciones al Congreso su partido ganó con mayoría absoluta.
Desde que llegó al gobierno tiene una media de aprobación de 71%, la más alta para un mandatario en la región. Pero nada de esto hubiese sido posible si no fuera por la guerra frontal, sin cuartel, que enfrenta contra las más sanguinarias pandillas que se recuerde en América Latina: la ‘Mara Salvatrucha 13′ y ‘Barrio 18′.
El hecho que se haya criado en una familia acomodada no apaciguó un discurso beligerante ni le tembló la mano para hacer lo que ningún otro presidente hizo para aplacar el increíble índice de criminalidad en el país ocasionado por los ‘mareros’ (pandilleros).
En marzo, el índice de violencia criminal de los delincuentes era de ¡62 homicidios por día!, tasas tan altas como las épocas de la guerra civil (1979-1992). Por eso el presidente, con el apoyo del Congreso con mayoría oficialista de su partido ‘Nuevas Ideas’, suspendió los derechos a la defensa, libertad de asociación, inviolabilidad de correspondencia y domicilio.
AMENAZÓ AL CRIMEN ORGANIZADO
En sus mensajes por Twitter, su principal medio de comunicación con la población, amenazó al crimen organizado en pandillas: ‘hemos apostado por el estado de excepción. Los tenemos (a los ‘mareros’) en la cárcel, sin colchón, durmiendo en el suelo, hacinados y solo con dos comidas diarias. Les juro por Dios que si siguen causando violencia no comerán ni un arroz. Y vamos a ver cuánto duran’, enfatizó ante la aprobación casi unánime en los sondeos de opinión.
Para ganar esta ‘guerra contra las pandillas’, la Policía y el Ejército hicieron 20 mil arrestos y los tribunales express decretaron diez mil prisiones preventivas. Incluso cuando estaba en la Asamblea de Las Naciones Unidas frente a los líderes mundiales, el jefe de Estado salvadoreño subió fotos del interior de las cárceles donde se veían a cientos de pandilleros desnudos, esposados, mostrando una imagen de mano dura inflexible frente a los maras.
Esa pandilla es culpable de acribillar y asesinar, por ejemplo, a niños y mujeres que iban en un ómnibus y de matar y decapitar personas y sacarles el corazón. Algunas organizaciones extranjeras defendieron los derechos de esa diabólica pandilla. El presidente les respondió: ‘si tanto los defienden, ¿por qué no se los llevan para que vivan en su país?’.
El mandatario está orgulloso con las cifras de descenso de la violencia, que ha pasado de 50 homicidios por cada 100 mil habitantes, cuando llegó al poder, a 19, asegurando que se debe a los efectos de su ‘Plan de Control Territorial’ que han desplegado el Ejército y la Policía en todas las esquinas del país y la mano dura mostrada en la calle y las prisiones.
Algo que llamó la atención fue que uno de los más sanguinarios líderes ‘mareros’, Arístides Dionisio Umansor, ‘El Sirra’, quien es solicitado por cuatro cargos en Estados Unidos, ahora que ya no tiene ‘beneficios’ carcelarios en El Salvador, donde purgaba 33 años de encierro por homicidio y secuestros, ha terminado suplicando públicamente a la justicia salvadoreña para que lo extradite a Norteamérica.
Como se sabe, la pandilla ‘Mara Salvatrucha 13′ nació en El Salvador, pero ha extendido sus tentáculos al resto de Centroamérica, Sudamérica y Estados Unidos. Es una de las más peligrosas del mundo. Creció como una mala hierba y ningún mandatario salvadoreño se le enfrentó hasta que llegó el controvertido Bukele para aplastar a esta lacra con la fuerza que se requiere.
Mientras tanto, en el Perú la inseguridad ciudadana aumenta peligrosamente y te matan por un celular; desde las cárceles se ordenan secuestros, asesinatos y extorsiones; y el ministro del Interior anda en las nubes y deja escapar al corrupto Juan ‘100 grandes’ Silva.
Castillo está hasta el cuello con casos de corrupción en su gobierno y a nadie parece importarle que el pueblo considera a la inseguridad ciudadana como la prioridad número uno a resolver. Apago el televisor.
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