Este Búho sabe que en la cumbia peruana no todo es escándalo como los que protagoniza el inclasificable Tony Rosado. Es mejor ocuparnos de un grupo de cumbia emblemático que es admirado y reconocido en el Perú y el extranjero, ojo que no solo por las colonias peruanas. Cuando celebró sus 50 años, el Grupo 5 llenó tres veces el estadio de San Marcos, colocándose al nivel de convocatoria con artistas internacionales de la magnitud de Metállica o Bon Jovi que abarrotaron el coloso universitario.
Este fin de mes van a brindar dos conciertos gratuitos en homenaje al fundador de la agrupación, Elmer Yaipén Uypan, en su Monsefú natal. Hoy pueden engreír a su público que los vio nacer, pues llenan locales y facturan miles y miles de dólares, pero pocos recuerdan cómo fueron sus inicios en el distrito de Monsefú, Chiclayo, donde lo fundó el recordado patriarca Elmer en enero de 1973.
Esa fecha fue clave para el músico, pues casi paralelamente se casó con su novia de toda la vida, María Elena Quesquén. O sea, sembró la semilla para lo que sería su gran proyecto de vida: su orquesta y su familia. Pero los grupos en el norte brotaban como las flores y no lograban despegar a nivel nacional como hoy.
En las décadas de los setentas y ochentas dominaban la escena musical la música disco, la salsa, el pop y el rock. Era inconcebible que en una fiesta se colocara una cumbia norteña de grupos como Agua Marina, Armonía 10 y el Grupo 5 que solo sonaban en Chiclayo y Piura.
La Virgen se les presentó a los cumbiámberos cuando el régimen del ‘Chino’ Fujimori introdujo la tecnocumbia amazónica en sus campañas ‘reeleccionistas’ y en todos los medios. Las bandas norteñas se beneficiaron con el ‘boom’ cumbiambero que los ponía en vitrina. Elmer Yaipén ingresó al circuito diferenciándose de sus colegas con un sonido más moderno.
Ya se habían integrado a la agrupación sus dos hijos mayores: Elmer Jr. y Andy. En 1999 al grupo le habían propuesto tocar en Lima, pero antes realizaron una presentación en San Antonio, a las afueras de Chiclayo.
La partida del patriarca del Grupo 5
Mientras retornaban de madrugada, la camioneta que manejaba Yaipén Uypán chocó con un camión de cemento. La muerte del patriarca fue instantánea. El día del sepelio 30 mil personas lo despidieron al son de su música.
En la terrible desgracia comenzó la segunda etapa del grupo. Doña María, la viuda, solo heredó las deudas que el entusiasmado finado había contraído para comprar equipos e instrumentos con el fin de convertir a su orquesta en la mejor del género. ‘Con decir que ni siquiera habíamos patentado el nombre en Indecopi’, rememoró doña María.
Como mujer de empuje, no solo se las ingenió para sacar adelante la educación de sus hijos, sino que decidió continuar al frente de la agrupación como ‘mánager’ para contratos y mantuvo el programa que tenían en Radio Superior. Como las desgracias no llegan solas, sus cuñados integrantes del grupo, Walter y Javier, decidieron salirse para formar su propia agrupación: ‘Los Hermanos Yaipén’.
Elmer Jr., su hijo bajista de 19 años, se hizo cargo de la parte musical. Como los ingresos del grupo no podían mantener todos los gastos, doña María alquiló un local en Chiclayo para vender menús.
Estanis Mogollón, el ‘Rey Midas’
Así lograron mantenerse hasta que en 2006 otra vez se les presentó la Virgen en la persona de Estanis Mogollón, el ‘Rey Midas’ de la composición, quien les entregó un papel que valía diamantes: la letra del tema ‘El embrujo’, que revolucionó la cumbia peruana para llevarla, con la música y voces del Grupo 5, a niveles estratosféricos de popularidad e hizo estallar el mercado.
Esa dupla de kilates continuaría con su aplanadora de exitos: ‘Motor y motivo’, ‘Te vas’, ‘¿Quién cura?’ (la preferida de este columnista), ‘Me olvidé de tu amor’, ‘Adiós, amor’, ‘Me alejé de tu amor’.
En el 2015 Christian Yaipén, hijo menor de Elmer, asumió el rol de vocalista principal de la agrupación, tras graduarse en escritura de música contemporánea y producción en el prestigioso Berklee College of Music de Boston.
Los de Monsefú se han convertido en una verdadera ‘corporación musical’, un ejemplo palpable de que con trabajo, talento, sacrificio y amor a lo que uno hace, los sueños de emprendimiento se cumplen sorteando las peores adversidades. Apago el televisor.
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