
A este Búho solo le queda reírse al enterarse de la forma cómo se escapó un preso venezolano del penal de Lurigancho. Realmente es escandaloso, pero en el Perú de estos tiempos ya nada sorprende. Hay un retroceso a todo nivel y las cárceles son tierra de nadie donde prevalece la corrupción. Esa es una de las razones por las que hay celulares con internet de alta velocidad desde donde se manda a extorsionar y matar. Alguien con los pantalones bien puestos, que no tiene este gobierno, debe poner fin a esto. De ‘Luri’ tengo muchas historias, pero recuerdo una especial que se produjo el 14 de diciembre de 1983. Doce de los más feroces criminales del Pabellón 11, ‘de los malditos’ de penal de Lurigancho, protagonizaron una alucinante y dramática toma de rehenes y fuga que dejó a una monjita extranjera muerta. Fue un escape milimétricamente planificado: Los cabecillas eran los que, en el argot carcelario, se denominan ‘taitas’ o ‘carne de presidio’. Psicópatas y asesinos calculadores que estaban dispuestos a todo: Manuel Zavaleta (‘Cisco’), Juan Vicharra (‘Loco Vicharra’), Rubén Caballero (‘Perro rabioso’), Aldo Villanueva (‘Loco Aldo’), Segundo Morales (‘Django’) y Alejandro Taype (‘Oso Taype’) junto a otros internos conformaron lo que se llamó ‘Los 12 del patíbulo’, en alusión a la célebre película bélica sobre una misión suicida de presidiarios debidamente entrenados para la acción, protagonizada por Lee Marvin, Charles Bronson, Ernest Borgnine y Telly Savalas. En ese tiempo, el penal estaba dirigido por un teniente coronel de la desaparecida Guardia Republicana. También cumplían labor de asistencia espiritual y social monjitas extranjeras, y como voluntaria la recordada animadora del programa ‘Trampolín a la fama’, la ‘Gringa Inga’.
Los delincuentes sorprendieron al director del penal y a siete efectivos, tomándolos como rehenes. Los reos contaban con dos metralletas, cuatro pistolas y varios cartuchos de dinamita. Tomaron también de rehenes a las monjitas y a la ‘Gringa Inga’. ‘Cisco’, el líder y el más sanguinario, le dijo por teléfono al ministro: ‘Queremos un vehículo de los bomberos para salir con los rehenes. Vamos a soltar, uno por uno, cada 15 cuadras. Si nos engañan, los matamos a todos. Me quedan 25 años en cana. No tengo nada que perder. Primero disparamos, después preguntamos’. Los policías estaban frenéticos. En las afueras del penal, los familiares de los presos causaban alboroto. Adentro, los internos se amotinaron y un recluso murió por disparos de los policías. Esto contribuyó a generar más violencia. El director de penales de ese entonces, Armando Castrillón, no tenía autorización para disparar, pero inició una infernal balacera cuando el vehículo salió del penal. En el fuego cruzado falleció la monjita irlandesa Juana Sawyer y quedaron heridos el director del penal y la ‘Gringa Inga’. Los reclusos lograron evadir la persecución policial porque lanzaron dinamita a los patrulleros y por la ineficacia del comando de crisis de no seguir por helicóptero el vehículo de los evadidos. Con astucia, se dividieron en dos grupos. Y asaltaron una agencia del Jockey Club, dos grifos, un minimercado y robaron ocho autos. Se hicieron humo. El presidente de esa época era Fernando Belaunde, quien exigió al ministro de Justicia, Rafael Osterling, una reorganización carcelaria y, sobre todo, recapturar a los fugados. Se ofrecieron recompensas, se colocaron sus fotos en las portadas de los diarios y en la televisión. Pero solo después de un mes, el ‘Oso Taype’ cayó sin disparar un solo tiro en Surquillo. Lo sorprendieron lavando sus medias sucias. Los temibles ‘Cisco’, ‘Perro rabioso’, ‘Loco Vicharra’, ‘Flaco Larry’ y ‘Chancho’ murieron en su ley. ‘Loco Aldo’ y ‘Django’ se salvaron y fueron recapturados con vida. ‘Django’ seguiría protagonizando fugas y hasta se hizo una taquillera película sobre su vida. Apago el televisor.
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