Este Búho, como curioso periodista, estuvo con sus ojos bien abiertos el pasado miércoles en el Hotel Westin para escuchar en la Cumbre Pyme Apec la ponencia de Carlos Añaños, un empresario exitoso, nacido en Ayacucho, cuya historia es motivo de inspiración para miles de emprendedores. Al final de su exposición, salió como un rock star, pues una multitud lo rodeó para recibir algunos consejos y hasta pedirle selfies.
Ese día terminé un largo recorrido y llegué tarde a mi casa, cerca de la medianoche. Increíblemente luego se me fue el sueño y me puse a hacer zapping. Me volví a cruzar con una serie que me impactó hace unos años. Se trata de ‘Dirty John’, creada por Alexandra Cunningham, cerebro de la exitosa y escandalosa serie ‘Desperate Housewives’ (Mujeres desesperadas).
La primera temporada retrata la terrible historia del turbulento y traumático romance entre Debra Newell (Connie Britton) y el carismático psicópata John Meehan (Eric Bana), quienes se conocieron por internet, y se convirtió por parte de John en una atroz red de engaños y terror psicológico que destrozó a la familia, sobre todo a la inocente hija de ella.
La historia de la ficción y la original son un calco. La miniserie recrea fidedignamente la miserable vida del verdadero John Meehan, quien siguió los pasos de su padre, un truhan y gran manipulador. En la cinta vemos cómo el desalmado progenitor se convierte en un verdadero maestro del mal para su pequeño hijo.
Según los psicólogos, John era un ‘imán para las chicas’ y se creía ‘con un sentido de inteligencia superior’. Además, desde joven malentendió que ‘sus dones proporcionaban atajos’ para conseguir lo que quisiera. En ese marco, John saltaba frente a autos para que lo atropellen y así extorsionar a los choferes o ponía cucarachas en su comida para ganar acuerdos legales a restaurantes de lujo. Además, una vez fue atrapado vendiendo cocaína a finales de los años ochenta.
Se graduó de la Universidad de Arizona en 1988 y después asistió a la Escuela de Derecho de la Universidad de Dayton, donde recibió el apodo de ‘Dirty John’ por las muchas mujeres con las que se acostaba y por su criminal comportamiento. John conoció poco después a Tonia Sells, una enfermera de unos 20 años con la que se casó en 1990 y quien lo ayudó a conseguir su licencia de anestesista.
Después de diez años y dos hijos se separaron y comenzó a amenazarla, diciéndole que disfrutara ‘el tiempo que le quedaba en la Tierra’. Todo porque ella descubrió que era adicto a drogas usadas por los anestesiólogos y las robaba del hospital. Fue a prisión y al salir viajó a California y conoció vía ‘citas por internet’ a la otoñal y millonaria Debra, y la historia se tornó terrorífica.
La enamoró, se enfrentó a las hijas de ella y las alejó de su madre. Se casó sin separación de bienes y cuando la esposa descubrió que le robó cien mil dólares y que todo lo que le había contado era falso, la botó de su propia residencia frente al mar, se quedó con sus autos de lujo y amenazó con matarla a ella y a sus hijas.
Tanta maldad, tanta locura maligna, debía tener un freno. Pero el final fue demasiado sangriento, en una lucha sin cuartel entre un ángel y un demonio.
La segunda temporada
La segunda temporada fue notable y abordó el tristemente célebre caso del ama de casa norteamericana Betty Broderick (interpretada notablemente por Amanda Peet), quien mató a su exesposo, un prestigioso abogado millonario de California, Dan Broderick (cínico Christian Slater). No solo acabó con la vida de quien fue su marido, sino también con la de la nueva esposa de este, Linda (bella Rachel Keller), una joven de 28 años, quien era su asistente. Lo espeluznante del caso es que la desquiciada mujer se metió a las cinco de la mañana a la residencia de sus víctimas y las mató mientras dormían.
A su rival, a la que acusaba de haber destruido su matrimonio de cuatro hijos pequeños, le descerrajó dos balazos, uno en la cabeza, y a Dan Broderick, al que acusaba de haberle arrebatado a sus niños y de mandarla a la cárcel por acoso, y vendido la residencia que compraron ambos en los tiempos en que todo era felicidad entre ellos, le disparó en el pecho. ‘Dirty John’, dos temporadas para verlas escuchando un tema clásico de Pat Benatar: ‘El amor es un campo de batalla’. Apago el televisor.
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