Gobierno de Dina Boluarte formaliza la extinción del Proyecto Especial Legado. (Foto: Andina)
Gobierno de Dina Boluarte formaliza la extinción del Proyecto Especial Legado. (Foto: Andina)

Este Búho ve proyectadas como en una pantalla de cine las imágenes del Perú en los últimos cuatro años. Se trata de un thriller, una mezcla de intriga y suspenso, pero además con bastantes secuencias de terror. La película arranca desde que nos pusieron a los peruanos a elegir entre Keiko y Pedro Castillo en las elecciones del 2021. Un drama.

Con la victoria del chotano vimos cómo todo comenzó a degradarse de manera acelerada. Incluso, desde antes que asuma el poder, con sus reuniones clandestinas en la casa de Sarratea, hoy bautizada por los palomillas como ‘Serratea’. Allí se reunía con ‘empresarios’ lumpenescos que buscaban millonarios contratos con el Estado. Luego comenzó a rodearse de ministros incapaces, brutos, rateros y hasta de Sendero Luminoso. Algo increíble.

Antes del golpista, los terroristas y defensores de estos andaban por la sombrita, como siempre había sido, moviéndose en la oscuridad de las cloacas, pero tras su elección se sintieron empoderados y los veíamos hasta por televisión defendiendo a las sanguinarias huestes de Abimael o visitando Palacio con el puño levantado para la foto.

Cada vez que alguien los señalaba, sus defensores les caían encima acusándolos de ‘terruqueador’. El prófugo Juan Silva, denunciado por graves delitos de corrupción, tuvo la desfachatez de decir que era apto para ocupar el cargo de ministro de Transportes y Comunicaciones porque ‘tengo mi brevete’.

Desde la llegada de Castillo a Palacio se dio el ‘boom’ de la delincuencia en nuestro país, con el aumento exponencial de extorsiones a nivel nacional. Y Dina, que fue vicepresidenta de Castillo y su ministra de Inclusión Social, hoy sigue el mismo camino. La señora es totalmente incapaz de enfrentar a las mafias organizadas que todos los días matan a conductores del transporte público porque no les pagan cupos de diez soles.

En lugar de encabezar la guerra contra la delincuencia, se empeña en mantener como ministro del Interior al inoperante Juan Santiváñez y ella misma se dedica a atacar a la prensa en cada uno de sus discursos. Pisoteando la dignidad de su cargo de presidenta del Perú, desciende al nivel de ‘achorada’ de esquina para pretender burlarse de sus detractores recomendándoles tomar ‘su hepabionta’ para el hígado. Repito: Nunca se había visto tal degradación del Estado como en estos últimos años.

SEGUIMOS CAYENDO

Y Boluarte no para, pues acaba de ordenar que el ineficiente Instituto Peruano del Deporte se agarre todo lo hecho por el exitoso Proyecto Legado que organizó de forma magnífica los Juegos Panamericanos de Lima 2019 y que ha mantenido en óptimo estado toda la infraestructura adquirida y construida en cuarenta sedes. Por qué si algo funciona tan bien se busca destruirlo, tirarlo por los suelos. Porque eso es lo que casi con seguridad va a pasar.

Para darse cuenta basta ver el mal estado de los equipos e infraestructura de las distintas federaciones a cargo del IPD. Es una vergüenza. Ahora se vienen los Juegos Panamericanos 2027 y el presupuesto asignado para esta competición es de 369 millones de dólares, que ahora pasarán a manos de gente inepta. El expresidente del comité organizador de los Juegos Lima 2019, Carlos Neuhaus, advierte claramente que hay ‘un hambre especial’ por tomar las sedes del Proyecto Legado. ¿Por qué será? De esta manera, el gobierno de Boluarte le da una estocada al ya de por sí alicaído deporte nacional.

Como en Cuba, Venezuela o Nicaragua, la izquierda malogra todo, lo pudre, lo descompone. Me pregunto qué será desde ahora, por ejemplo, del Centro de Alto Rendimiento de Punta Rocas, un lugar excelente para formar atletas de élite en el deporte de la tabla que tantos éxitos nos ha dado y que fue construido y cuidado por Legado.

Sería penoso verlo caerse a pedazos en poco tiempo o usado para otros fines por burócratas vagos y sinvergüenzas que solo piensan en exprimir la teta del Estado. Por todo esto y mucho más, como el vergonzoso Congreso que tenemos y que se dedica a dar leyes a favor de los criminales, es que nuestros jóvenes se van a otros países y no piensan volver nunca más.

En lugar de ofrecerles un mejor futuro, les estamos dando un país cada día peor agobiado por la delincuencia, la corrupción, la ignorancia y la falta de oportunidades. En esta película distópica parece que los peruanos se odian todos entre sí y buscan a como dé lugar la destrucción de su país. Apago el televisor.

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