David Hasselhoff
David Hasselhoff

Este Búho, con frecuencia, tiene problemas para dormir. Pasar todo el día en una redacción es como jugar dos partidos de fútbol. Llego cansado a mi casa, tomo una taza caliente de manzanilla, ojeo uno de mis libros preferidos y hago zapping en televisión. Así pasan las horas y a veces me dan hasta las 2 o 3 de la madrugada.

Mi refugio ahora es el streaming, donde puedo ver escenas de películas clásicas que me impactaron. Clint Eastwood es un maestro de todos los tiempos. La otra noche repetí varias veces la imagen de Hilary Swank en ‘Million Dollar Baby’ (2004), cuando la boxeadora le dice a su viejo maestro que está cansada de sufrir y le ruega que la mande a la eternidad. Esa escena es extraordinaria.

Temprano estuve viendo las declaraciones del actor Pietro Sibille, quien acaba de revelar en El Comercio que estuvo dos años en un centro de rehabilitación por sus adicciones a la cocaína y el alcohol.

Por un momento me hizo recordar al famoso actor de ‘El auto fantástico’, la exitosa serie de los ochenta que protagonizaba David Hasselhoff, encarnando a Michael Knight. En su tiempo fue la sensación, especialmente entre adolescentes y jóvenes, pues llamaba bastante la atención un auto que ‘pensara’, ‘hablara’ y se moviera por sí solo. Los más muchachos recuerdan a Hasselhoff como el buen Mitch de ‘Guardianes de la bahía’, donde era el gurú de preciosidades como Pamela Anderson o Carmen Electra. Estaba en el paraíso con tantas chicas lindas.

Pero tiempo después, con las dos series canceladas, David Hasselhoff se sumergió en el alcoholismo, que estuvo a punto de matarlo. Hace varios años se hizo público un video grabado por su hija menor donde, totalmente borracho, se arrastraba por el piso mientras engullía un sándwich.

Era la triste y cruda realidad, sin maquillaje ni adornos. Una imagen totalmente distinta de la que nos muestra la televisión, que nos da héroes alejados de todos los vicios y todo lo malo que puede tener un ser humano.

Hollywood, esa gran fábrica de sueños

Hollywood, esa gran fábrica de sueños, nos regala -a los humildes mortales- seres irreales para admirar. Por ello, esas estrellas ganan millones de dólares. Esos suculentos sueldos obligan a los artistas a guardar ciertas ‘normas de conducta’.

Antes, los grandes estudios exigían a sus figuras esconder su homosexualidad, como a Rock Hudson o Montgomery Clift, o el alcoholismo y la adicción a las drogas de Marlon Brando o Robert Mitchum. Sin embargo, grandes artistas se han hundido en el infierno. Algunos se recuperaron después de haber caído en lo más hondo, como Robert Downey Jr. o Mickey Rourke, al que los estudios vetaron por años, pues solía llegar a las filmaciones con sus amigotes de la sanguinaria pandilla The Hell’s Angels (Los Ángeles del Infierno), temidos motociclistas de Harley-Davidson.

Ellos lograron curarse y volver a Hollywood, que los recibió como a hijos pródigos porque consideró que aún podían seguir siendo éxitos de taquilla. Protagonizar ‘Iron Man’ y ‘Sherlock Holmes’ le cambió la vida a Robert Downey Jr., aunque se molesta cuando le recuerdan su pasado.

Por su parte, Mickey Rourke fue nominado a un Oscar por primera vez en su vida tras interpretar en ‘El luchador’ (2008) a un peleador de cachascán en el triste ocaso de su carrera, que se sube al ring porque es lo único que sabe hacer.

En Hollywood, los actores son solo tuercas que se pueden cambiar en cualquier momento. Así lloren los millones de fans que gozaron con su trabajo y admiraron sus películas. Apago el televisor.

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