Este Búho está muy atento a las protestas en el mundo por la brutalidad policial y el racismo en Estados Unidos que provocó la muerte de George Floyd. Estoy seguro de que esto marcará un antes y después. Precisamente, en mis horas de ocio, especialmente en la madrugada, me gusta ‘bucear’ en mi cajón de oro donde guardo revistas, diarios y películas que considero de colección. Allí me encontré con el nombre de Steve McQueen y no pude evitar sonreír y recordar al gran actor que inmortalizó filmes clásicos como ‘Papillon’ o ‘La fuga’, con la bella Ali MacGraw, quien fue su pareja sentimental.
Pero este Steve no es norteamericano, sino inglés. Y no tiene los ojos azules como el duro McQueen, pues es negro. Definitivamente, el director londinense también hizo historia en el cine como su desaparecido homónimo. Su película ‘12 años de esclavitud’ se ha convertido en una clásica del género. Se han filmado muchas cintas sobre aquella terrible época cuando la esclavitud formaba parte del sistema político, jurídico y económico de los estados del sur de Norteamérica.
El país estaba dividido. El norte, con ciudades como Nueva York, Washington o Boston, se desarrollaba capitalistamente y recibía miles de emigrantes europeos. Allí también llegaban afroamericanos que lograban huir del oprobioso régimen esclavista. Los negros eran libres en el norte. Como el protagonista de esta historia. En 1841, Solomon Northup (excelente Chiwetel Ejiofor) es un carpintero y eximio violinista que vive tranquilo en Nueva York con su esposa y dos hijos. Una tarde conoce a dos individuos que le ofrecen un empleo como violinista en un circo que recorrerá varias ciudades. Entusiasmado, va con los cirqueros a tomar unas copas. Esa fatal decisión le desgraciará la vida. Es drogado y cuando despierta está encadenado en el piso de un mugroso cuarto, listo para ser llevado al sur, al estado esclavista de Georgia, donde será vendido igual que otros negros desafortunados.
Resulta paradójico que sea Georgia el estado donde se ubica Tara, la idílica plantación de los padres de Scarlett O’Hara, la heroína de ese clásico llamado ‘Lo que el viento se llevó’. Solo la pluma de una gran escritora y romántica decadente como Margaret Mitchell pudo transformar el horror de un sistema tan cruel e inhumano en una novela romántica que ponía a los esclavistas como ‘caballeros’ que ‘protegían’ a ‘sus negros’ en sus plantaciones de algodón.
Steve McQueen se cobra una deuda de sus ancestros que murieron en esas plantaciones, durmiendo con grilletes y trabajando de sol a sol. Los traficantes anulan como persona a Northup. A palos debe decir que su nombre es ‘Platt’. El filme no intenta caer en el esquema de que todos los terratenientes son malditos. El protagonista es vendido a un hombre de buen corazón, William Ford, quien le regala un violín.
Pero su educación y conocimientos no le sirven a Northup, pues se gana el odio de un capataz blanco al que vence en una pelea, por lo que casi es linchado. El dueño se ve obligado a venderlo al terrible Edwin Epps (Michael Fassbender en el papel), un psicópata que tortura a los esclavos mientras invoca a Dios y la Biblia. Esta es la parte más dura de la cinta y habría que ser de piedra para no quebrarse ante los brutales latigazos a una jovencita, que es sodomizada por el ‘amo’ y maltratada por la esposa de este, celosa de la lujuria de su marido por la chica.
Notable actuación de Lupita Nyong’o como ‘Patsey’, quien le implora a Solomon Northup: ‘¡Hazme un favor, mátame!’. La historia que nos presenta McQueen sucedió en la realidad y el carpintero y violinista escribió un libro sobre su experiencia. Este columnista cree que ‘12 años…’ debe ser vista por el público joven y serviría para condenar aún más esta tara de la sociedad: el racismo. Apago el televisor.