Este Búho se pone a tono en sus domingos literarios con un selecto grupo de escritores. Como prolijo estratega, me veo obligado, con dolor, a dejar en el ‘banco’ a varios habilidosos ‘players’ en el campo y en las letras, para presentar a estos ‘jugadorazos’ titulares no solo de la palabra, sino también con un corazón apasionado por el fútbol.
- CARLOS GERMÁN BELLI: Integrante del notable grupo de ‘Los cuatro poetas fantásticos’ de la casona de San Marcos, junto a Javier Sologuren, Jorge Eduardo Eielson y la inolvidable Blanca Varela. En los años cincuenta, dedicó un poema a la figura del arquero, ese integrante vilipendiado, muchas veces de manera injusta. Es el ángel salvador o el demonio, según el resultado de un partido. Parece que en su niñez, Belli fue guardameta, porque reivindica el puesto en un legendario poema: “En tanto ayunan contigo tus deudos en las tribunas/mirándote todos mustios/cómo velas noche a noche/tu arco más inanimado/que la piedra, el agua o aire” (‘El guardameta’, 1979).
- ALONSO CUETO: En su libro ‘Amores de invierno’ (2006) hay un relato corto que describe perfectamente el estado de trance en que se sumerge un hincha cuando está viendo al equipo de sus amores jugando de visitante en una Copa Libertadores. El fanático es del Sport Boys y el relato traza un paralelo de la incompatibilidad comunicacional de un hombre y su esposa mientras se desarrolla el partido. Ella se encuentra en la cocina preparándole un lomo saltado. Él, en la sala, viendo el trascendental cotejo. Ambos hablan idiomas distintos. Él, un primario, neandertal; ella, de cabellera larga y lista para el mazazo. La comunicación de la incomunicación. El final es alucinante y no lo cuento. Moraleja: Cásense con una mujer a la que le guste el fútbol. Advertencia: Puede herir las susceptibilidades de las feministas.
- MARIO VARGAS LLOSA: Como siempre, confrontacional, nunca ocultó el amor que sintió desde niño por Universitario de Deportes, club del que dijo, la tarde en la que lo nombraron socio honorario: “La ‘U’ es un mito, una leyenda, una de las más hermosas historias que ha escrito el deporte peruano”. Pero este columnista leyó de niño unas estrofas del escritor en su inolvidable novela ‘Los cachorros’: “Nos vestíamos para ir a sus casas a almorzar. Pero Cuéllar se demoraba porque (te copias todas las de los cracks, decía Chingolo, ¿quién te crees, ‘Toto’ Terry?)”. Nuestro Nobel también confesó: “Fui calichín de la ‘U’ y jugué con la camiseta crema en el estadio Nacional. El más grande ídolo de la ‘U’ es ‘Lolo’ Fernández y, sin duda, otro de mis grandes íconos es (Alberto) ‘Toto’ Terry”. ¡Y dale Mario!
- BLANCA VARELA: ¿Quién dijo que el fútbol era solo para escritores hombres? La entrañable Blanca le dedica unos versos al deporte más popular del mundo en su clásico poemario ‘Valses y otras falsas confesiones’ (1972). Y precisamente, el poema se llama ‘Fútbol’ y está dedicado a sus dos únicos hijos, Vicente y Lorenzo, el cual escribió mientras veía a los tiernos infantes ir detrás de un balón: ‘Juega con la tierra como con una pelota/báilala, estréllala, reviéntala/No es sino eso la tierra/tú en el jardín, mi guardavalla, mi espantapájaros, mi Atila mi niño/la tierra entre tus pies, gira como nunca, prodigiosamente bella’.
- ANTONIO CISNEROS: En esta ‘selección’ no podía faltar el querido Antonio ‘Toño’ Cisneros. Fue tanta su pasión que escribió una crónica para decirle al mundo de su hinchaje por Cristal: ‘Una década después nació Cristal. Mi padre, sus hermanos y todas las dinastías de mi casa eran hinchas del Sporting Tabaco. Y en el poblado santoral de mi más tierna infancia, tenían un sitial de privilegio Eugenio Zapata, Germán Colunga, Alfredo Cavero, Leonidas Mendoza, alias ‘Tundete’, y el gran Condemarín. Ángeles y demonios a la vez... Aún recuerdo la primera noche del Sporting Cristal (nombre con el que se cambia el Sporting Tabaco). Era mi equipo de siempre y no era el mismo. Usaban unas camisas de satén en lugar de camisetas y el celeste había cedido al azulino. Para mi tranquilidad, la mayoría de los tabacaleros seguían en la escuadra. Allí estaban gloriosos bajo los reflectores y el confeti. Un equipo poderoso había nacido y ese mismo año campeonó. Fue en 1956’ (extraído de ‘El libro del buen salvaje y crónicas de viaje’. ¡Salud, Toño!. Pitazo final. Apago el televisor.
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